DE PORTES Crónica montañera Un domingo bajo la lluvia El ajrua empáredacía en la grieta de la montaña, rugía estrepitosamente. La hoz era oscura como una cueva. Extendiendo el brazo se tocaba la roca de enfrente. Andábamos por un estrecho pasillo de cemento armado pon barandilla de cable, que pendía en su recorrido aéreo sobre la vena líquida del torrente enfurecido. Por fin salimos a la luz, un poco aturdidos y hasta mareados, de la contemplación de aquel caes de roca y de agua. Una escalinata de menor desnivel que la de la entrada opuesta, nos condujo de nuevo a la carretera. ' Kilómetro 58 a nuestra ciudad. Está a la salida del túnel de la Yeda- La ruta recién construida, es un alarde de la ingeniería moderna. En un paraje alpino de las montañas suizas o del Pirineo francés, una taquilla hubiera cerrado el paso de la hoz, y la tarifa marcaría eí precio de tan admirable visita. Sin embargo. La Yecla, todavía no ha sido vendida. Esta tarde lluviosa del día más corto del año, se puede decir que está tan solitaria en su naturaleza salvaje como antes de que los túneles horadasen sus peñas. Hace unos ocho años recordaba haber atravesado por primera vez esa angosta garganta durante el esf a'e, descalzándome solamente. En^ tónces no había restos de atracción turística en aquellos peñascos, perro tampo.o éntmees hubiese sido posible experimentar la emoción de un pasco dantesco, por encima de un tet/rente ¡desbordado' Llovía ligeramente. La temperatura era relativamente suave para ser hoy ei prime/' día del invierno. Despedimos al automóvil que nos había conducido hasta los túneles y que al anochecer de'bía recogernos en Fuentedura. Unas nubes muy densas escondían todas las cumbres de la sierra Ccrvera. Con la mochila al hombro y un paraguas bajo el brazo, para prevenirm -s (¡e los posibles cubascones que nos amenazaban, seguimos andando todavía un par de kilómetros por la carretera. Estáhamcs frente al pueblo de Hortezuelos. A la derecha, un camino de herradura ascend'a hacía el ii'onte. Le seguimos. Pasamos junto a uros corrales de ovejas, diseminados entro el enebral y nos internamos en la niebla. Lo; senderilíos se borraban en una especie de collado, a 1.2e0 metr^-s sobre el nivel del mar. En nuestro alrededor, 1:0 había visibilidad alguna, y aquel bosque para nosotros era totali.icnte desconocida. Nos orientábamf. ts con una brújula de bolsillo y eí mapa tíef Instituto üeo^ráfico, hallando de esa forma durante eí paseo, un poco de interés explorativo. Un vallejuelo iniciaba su descenso en la dirección aproximada que ve-níamos buscando- No se veían caminos, y sólo los pasos del ganado cabrio marcaban trazas de alguna senda perdida. Habíamos llegado a un circe* de peñascos donde el valle, a la vez, se hundía y se ensanchaba. Bajo el suelo, que era un alubión de pedruscos infermes, se oía el murmullo de un rio subterráneo. Pocos pasos más abaio, de cada piedra brolaba un manantial y alg-unas de estas fuentes, se despe ñaban en forma de cascadas hasta el fondo del pequeño valle. En el mapa figuraba señalado aquel lugar con el nombre de Eoqtiete de la Covachuela, y más tarde supimos que po: ahí tiene/ su entrada una gruta de estalacitas im £/ larga y apenas explorada, que la conoce por la cueva de San García. : Seguía lloviendo. El agua del cielo y aquélla que salía de las rocas, entonaban un canto suave. Era la sinfonía invernal de la montaña mojada y triste. Sobre el gris claro de la roca caliza, el tejado de una tenada resaltaba su color ro.i.o, barnizado de humedad. La tenada estaba sola en el centro de aquel anfiteatro de calizas desnudas y de arideces fosilizadas. Dejando a nuestra izquierda y un poco alejado eí pueblo de Briongos, atajamos monte arriba para coronar un collado que va en busca del camine de Tejada. De la otra vertiente, el suelo, desprovisto casi de vegetación, era un conglomerado de areniscas rojas que en algunos lugares las aguas habían socavado, haciendo surcos , de filigranas. Allí había también unas viñas, probablemente las más altas de la provincia, a más de 1.100 metros' sobre eí nivel del mar. Sus viejos sarmientos todavía no habían sido atacado:, por la filoxera. Un hombre escotero puede acertar lo menos un cuarto de hora la legua a la hoz de Ura, atravesando a derecho esa fuerte loma que hay detrás del pueblo—nos difo un traficante en telas cuando abrigados al amor de la lumbre, nos guarecimos para descansar y comer en una cocina def pueblo1 dt Teiada—. Yo sigo eí camino de ustedes—añadió—, pero con caballería y carga debo ar/odear por la senda más larga. Traspusimos aquella cuesta y al abrir se eí horizonte del lado Opuesto no se veía ninguna ruta definida donde poder orientarnos. Eí monte de enebro;, desolado y oscuro, y allá abajo, un valle extenso, de tierras éncharcadas- Mucho trecho nos quedaba todavía por recorrer. Nuestro ánimo comenzaba a inquietarse vagamente en aquella soledad de día tan inhóspito, con -las primeras sombras de la mediada tardeAquéllos nubanones plomizos que no cesaban de deshacerse en lluvia, no tardarían mucho más de una hora en absorber este breve crepúsculo de Diciembre. Es solemne eí monte desiérto en esos minutos pálidos que preceden a la noche de una ■¡ornada invernal, La vida misma parece entrar en una latitud extraña, y la imaginación, influida por un vago temor supersticioso, mide sobre esos campos- distancias imposibles de franquear. Aunqúe parezca absurdo, ünunca m[eor que en tales momentos, nuestro espíritu interior revela su existencia, y nos hace comprender el fin de estos paseos sin objeto, donde el ambiente es más puro, porque aislándonos más al amparo de nuestras propias y débiles fuerzas, va¬ lorizamos ese algo que nos mueve el cora25Óii y como nuevos quijettes, sentimos una satisfacción profunda de ser entonces superiores a la materia. El rio Ura, ha entrado en un desfiladero, formando un valle estrecho y sinuoso de poco más de una legua de extensión. Nosotros hemos penetrado también a la par que el rio, y el camino con fango de la hoz, guiaba nuestros pasos. Atravesamos Castroceniza y al hacerse de noche, dimos vista a Ura. El aire impregnado de humedad condensaba el humo de las chimeneas én vapores violetas, de transparentes tonalidades, que se cernían sobre el puéblecito encerrado entre sus dos paredones de peñascos. Junto al torrente los nogales seculares que pueblan toda la extensión del valle inclinaban sus ramas monstruosas; algunas tan grandes, que llegaban a hacer arco de puente sobre el rio. En el cielo apenas quedaba una ráfaga de claridad decreciente, a la que por milagro nuestra vista, para permitirnos andar, se iba acostum'brandcv A lo Icios se divisaban las luces del pueblo donde nos dirigíamos. En frase vulgar, la noche habíase vuelto como boca de lobo, y hasta con la punta del paraguas, era preciso ir tanteando las roderas del camino. Entramos en Puentedura por un callejón medio inundado, donde dos bombillas de candil lo iluniinaban débilmente. En la calle vacía, un perro nos saludó con su ladrido y del alero de los tejados, la lluvia implacable vomitaba sus goteras de monotonía, P. O. 23 de Diciembre de 1935. Fútbol en Miranda de Fbro Club deportivo Mirancféi 2. Barrada Sport, 0. Ayer domingo tuvo lugar el encuentro anunciado entre los equipos Barreda Sport mbeampeón del grupo Santander y Club Deportivo Mirandés, campeón del distrito Burgos-Rioja. Partido semifinal del campeonato regional Cántabro de fútbol, serie A, primera categoría, encuentro que es natural interesara grandemente a la afición local que deseaba ver triunfante a >u equipo ya que tan magnífica campaña leva a lo largo del torneo, del que es lampeón absoluto sin conocer aún la ierrota. Se deseaba este triunfo, pero al mismo tiempo se temía, pues nuestro visitante también tenía a su favor varias victorias y terminó su campeonato en gualdad de puntos que el Santoña. Eran pues dos campeones los que tenían que luchar. Nuestro equipo tropezó con muhos inconvenientes para poder alinear su once y aunque a la hora del encuentro formó un cuadro bueno distaba muho de esr el de domingos anteriores ya ^ue el mejor elemento que poseee, Latorre 11 tuvo que salir al campo seriamente toado. Esfuerzo que hizo debido a su cariño por el Club y que todos debemos agradecer. También Buti tuvo que quedarse en cama con ei tobillo hinchado. Sn estas condiciones el pesimismo era >rande en la afición. A' la hora del encuentro, tres de la tarde, el campo presentaba un) aspecto animado, aunque no todo Iq^ue debía de 3star. El señor Pascual, de Logroño, ordena la alineación de Jos equipos que lo hacen de la slguientp forma: Barreda Sport: Galo; Eguren, Molinuevo; Baranda, Bilbao, Horga; Roberto, Ico, Diestro, Secre, Télete. Club Deportivo Mirandés: Vicente; Cerezo, Goyo; Alcalde, Latorre, Manolo; Celaya, Isaac, Juanito, Paco, Lasheras. Escoge campo Bareda, que lo hace a espaldas del sol, sacando Miranda. A los El regalo más práctico para los niños lo encontrará usted en Dommcfo Hospital Pesetas Jerseys novedad, todas tallas ... 2,50 Idem lana ídem ^ 4,00 Blusas de lana para señora 4,00 Jerseys señora lana, desde ... ... 4.50 Medias sport desde 0,65 Medias señora desde 0,40 PLAZA MAYOR, 61 (antiguo ^Salón Paritiana^) JLYAHGI Folletón del DIARIO DE BURGOS tres minutos de juego, Manolo sufre una distensión en la espalda, que le impide, pese a su esfuerzo, hacer nada útil en toda la tarde. Pasa a extremo derecha ocupando Isaac su puesto. Como es natural esto va a causar un trastorno en la delantera. Llevamos cinco minutos de juego y al ir a rematar de cabeza Juanito es cargado por la espalda, por lo que es castigado con penalty el Barreda, que, tirado por Latorre, vale el primer goal para el Mirandés. A los diez minutos Eguren intercepta con la mano un tiro de Paco, que era goal y que como es natural se castiga con un nuevo penalty. Se encarga de ejecutar el castigo el mismo jugador y se apunta en el encasillado rojo el segundo tanto. Y aquí se puede terminar el encuentro, ya que el resto del partido transcurrido sin jugadas dignas de mérito, excepto en los últimos quince minutos en que los mirandeses cercaron la puerta santanderina pero Galo anulaba fj Míorcole? 1 de Enero do 193C Tr» 6 i ¡Agoíamienío cerebral! ¡Extenuación! ¡Neurastenia! \ Fatales consecuencias son de un trabajo excesivo y de la inapetencia, que sólo se pueden combatir con un tónico reconslituyente tan activo y epropiado como el jarabe de # HIPOFOSHTOS SALUD Con rápida aclividad despierta el apelito, devuelve las energías mentales y renueva el vigor dinámico de tal forma, que convierte el antes penoso trabajo en fácil tarea. Aprobado por la Acadímia de Medicina, p Se puede tomar en todas las épocas del año ' • No se vende a granel tos cólicos biliosos y el estreñimiento sa evitan IAXANTE SALUD Pídase en ftrmacias. todos los esfuerzos locales. No gustó a nadie el partido. A pesar del 2-0 no satisfizo la victoria debido en parte a conseguir los dos tantos de penalty y es que nuestro equi po no demostró el gran juego a que nos tiene acostumbrados. La línea delantera en particular demostró un gran desentrenamiento. Pusieron mucha voluntad, pero no ligaban jugadas y se resistían a tirar a goal. Mucho influía la baja de Manolo, en el extremo derecha ya que Celaya debía acudir a los dos puestos. La linea media y defensa fué lo más regular del equipo. Latorre, que como dijimos, salió lesionado, aunque sobresalió entre todos, no hizo un gran partido, ya que tenía que jugar solamente con la pierna derecha, Isaac, fuera de su puesto de inte rior derecha, no podía rendir lo necesasario, aunque estuvo bien. Alcalde fué el mejor de los tres. Este chaval de 17 años debutaba por primera vez en partido de campeonato y la verdad es que hizo un gran partido digno de un veterano, yendo con valentía al encuentro del contrario y saliendo la mayoría de las veces airoso de su cometido. La defensa Cerezo-Goyo muy bien. Se deshacían de las arrancadas enemigas como siempre con soltura y Vicente una de cal y otra de arena. Juzgaremos al Barreda, equipo y región que por primera vez nos encontramos con ellos. Nos pareció un conjunto bueno de los que no dejan hacer fútbol pero que destruyen mucho y no dejan ha;er al contrario. En esta su primer visita sacaron un juego muy duro y algo su21o, lo que impidió a los nuestros bordar as jugadas a que nos tienm acostumbrado Posee un equipo a base de entusiasmo. Empezaron con un tren fortísimo pero que le resistieron durante los 90 minutos del encuentro. A base de pases rápidos y ana defensa enérgica que contenía a nuestra delantera, salieron de nuestro terreno con una derrota de dos tantos de diferencia. El portero, ]o mejor del equipo, haciendo paradas de mérito. Defensas y medios demasiado duros y la delani/era al igual que la nuestra, lo más flojo. Ahora, mirandeses, a entrenarse y el domingo a Barreda a demostrar ante la afición cántabra que jugáis al fútbol y iue el campeonato que habéis obtenido o habéis conseguido a fuerza de un buen juego. Lleváis dos goals de diferencia y tenéis que aumentarlos con otros dos más. Ya podéis hacsrío; os sobra entusiasmo y juego. Luego la eliminatoria final con el Calahorra u Fantoña. , EL CORRESPONSAL \JuhhciJad ^ grafuitamente Á zmi-ncio yue le íi \ , Interese ~ | o>^ i },^hfonoJ26 ros-country En el próximo mes de Febrero se va a celebrar en Madrid el primer campeonato nacional de cros-country (carrera a través del campo). Es ésta una prueba que tiene gran belleza y para la que indudablemente los españoles tenemos condiciones excepcionales como lo demostraron la primera vez que fuera de España tomaran parte, clasificándose los que fueron, neófitos en ella, en los primeros puestos. Con el fin de explorar los valores que para ello puedan existir en Burgos, la revista "S. Á. F.", organiza para mediados de Enero — el día, que será festivo, se anunciará a su debido tiempo — un cross sobre tres kilómetros, a cuya prueba invita a todas las entidades, militares y civiles, de la que podrán salir los que lleven el pabellón de Burgos, si no a vencer, a un buen lugar en la clasificación española, que sirva de primera piedra a lo mucho que en Burgos hay que hacer por el deporte. Ut Vé ^entft económica de hortallzaa en la fiaaa Camino de la PScto P E L A Y Sure«or de Peletería ALONSO PLAZA MAYOR, 4 deseo a &u distinguida clientela y público en general UN FELIZ AÑO NUEVO y le otrece sus grandes colecciones en Peletería - Perfamería- Gaantfs y Medias en los que podrá adquirir ei regalo que usted necesile. Caja de Ahorros Fundado el día 11 de Junio de 1926, bajo el patronato del Gobierno y con la garantía del Excele itísimo Ayuntamientc e instalada en la plan'o baja de la Casa Consistorial INTERESES QUE ABONA: En libretas ordinarias .... En imposiciones a plazos de seis meses En imposiciones a plazos de un año. • En cuentas corrientes a la vista . el 2 50 por 100 de interés anual el 3 por 100 » elS'SOporlOO t elV25porÍ00 t CAPITAL DE En 31 de Diciembre de 1934 En 30 de Junio de 1935 . . IMPONENTES 17.265.748 02 pesetas . . 18.513.042 63 * (12) Una ciudud bajo el terror ind/caciones sobre los t$rrorÍGfas y sus detalladas informaciones habían despertado el deseo de venganza entre los terroristas, y sabía que estaba conde^ nado a imuertc. r Fletcher no conocía a sus enemigos, v estos sí 1c conocían a él. En la puerta de su casa, en el restaurante, en la redacción, al ir al teatro, en la calle en todas partes estarían aceohántíoíe' para acribillarlo a balazos. Si hubiera seguido el consejo del teniente, va estaría a salvo lejos de Bolton ; ' pero va era tarde. Con seguridad que cñ los alrededores de su casa había va apostados centinelas terroristas para matarle al entrar o salir. Se asomó a la puerta. En el am¡plio descansillo de la escalera vio una media docena» de latas de pinturas, una escalera de mano, y de ella, colgando un par de monos de pintor, blancos y llenos de manchas de pintura y de adeite. Los pintores habían salido a temnr su almuerzo. Anrós cogió los monos, > volvió a su habitación, de la que a los diez minutos salió un individuo vestido con un sudo mono y un viejo sombre-. ro sin fornia, todo mugriento, cuyas alas bajadas ocultaban parte do su rostro. • . . . ( : Los pistoleros tenían las señas de Fletcher. pero con seguridad que no se fijarían en aquel sucio obrero de la brocha. Además, aquel pintor, ecwnio muchos de su oficio, sufría de la vista, por lo que llevaba unas gafas ahumadas. . • ¡ , Pasó por un teléfono público, entró y telefoneó al director del «News». Estoy disfrazado y ando escondiéndome, director. Diga en el periódico que lie salido para Chicago, adonde usted me envía con una misión de vonfianza. . , - Le iba a aconsejar que se \fuese de verdad -cotcstó la voz de Hoskins . Después de lo de anoche, le andarán buscando. Todo el mundo le esía agradecido a usted, pues ha demostrado que esos terroristas no son invencibles. Ocúltese bien, disfrácese bien cuando jsalya, v que Dios le proteja. > En un mal tenducho romipró un modestísimo traje de pésim'a hechura, v un par de camisas del peor gusto y, montando en un tranvía, se dirigió a los barrios míseros de la ciudad, en donde alquiló una pobre habitación para dormir, en medio de italianos, grriegos y otra gente de cuidado. i < A todo esto, el dinero recolectado por los terroristas aumentaba como la espuma,' y Larson, a los pocos días compraba el automióvil que encaprichaba a su querida Güendolina. Los recaudadores entregaban a su jefe más de cien mil dólares por semana, pues su acción ya se había extendido a restaurantes, bares, cafés y ^asas de comidas. Todos respondían a la llamada, v pagaban su cuota sin rechistar; sólo había uno que se resistía, dijo Luis el abogado: un irlandés, Patricio Marlan, que había abaleado bárbaramente al que había ¡do a reclamar el .dinero de la cuota que se le había señalado. — Matadle en seguida - le dijo Larson. En el modesto restaurante del irlandés había una docena de personas. Eran las siete de la tarde. Dos individuos se acercaron a Marlan para pagar su cena, y se > llevaron las manos al bolsillo cauro en busca de dinero; pero en su lugar sacaron dos pistolas; pero antes de que llegasen a apuntar al dueño del establecimiento, sonaron varios tiros, y los dos hombres cayeron al sucio. Un hombre pobremente vestid*, que de pié tomaba un bocadillo, era el quej había disparado contra aquellos dos' individuos. -Telefonee a la Policía- le dijo el' hombre aquél, que llevaba unas gafas1 ahumadas—, y diga que venían a ttí&Á tarle. Tenga mucho cuidado con esa' gente-y, sin decir más, salió del es- 1 tablecimiento, sin escuchar las llama-' das del irlandés, que salió para 'detenerle; pero la pistola del de fas gafas le detuvo, y el irlandés le dejó irj «¡Némesis! Los pistoleros han en-] contrado un terrible enemigo», publi- i caban los artículos al dar cuenta del hecho. ' l El jefe Chancy se atribuía a él o' a1 su gente el castigo infligido a los terroristas, así como también se achacaba el del pistolero en el camino de Estebamburgo, Amós se sonrió al al leerlo, y exclamó: - Mejor para mí : así nwí dejarán en paz. El buen Chancy necesita atribuirse esas hazañas par í áfianzarse en su puesto. Según los periódicos, los dos terroristas muertos eran extranjeros, pero no habían podido ser identificados. Uno de ellos murió en el acto; el «otro, apenas ingresado en el Hospital, después de declarar poco o nada, de im1portancia al menos. Amós telefoneó varias veces a Anita, y le dijo .que vivía disfrazado y escondido, y que estuviese tranquila,' puel no wría pcl¡¿r«. | , rj Al día siguiente por la tarde, al anochecer, salió Patricio Mart n 'de su establecimiento a hacer unas contras v al regreso, un individuo que salía ele la misma tienda disparó cuatro tiros a bocajarro, dejándole tendido sin vida sobre la acera. Era la contcstnción de la banda terrorista a las bravatas del jefe de Policía. ■ ' , | i ; i" í i <• xvr El puesco de gasclina Durande los cuatro o cinco dias de tranquilidad que ai suceso sucedieron, Amós se ííburría en su eScondi.e y pensó en trasladarse a Monteafegre, donde suponía que Dionisio Morgan esestaba oculto. Se tiñó ei pelo, se hijo un gran rasguño en la cara, se dejó crecer la barba y pon su pobre vestimenta se dirigió 'en tranvía a Estebanbiirgo.. en busca de colocación como un obrero sin trabajo. Al primero a quien fué a pretender era Luis, Ni éste ni Fletcher sabían quienes eran uno ni otro; pero el gi andón y uniformado extranjero le desóidio con malas formas. Siguió sus gestiones, y por fin le emplearon en un puesto de gasolina, en el centro de la ciudad, donde por un pequeño sueldo y las propinas, más fti) «itiiquiHó Cinhiíril para don^ir, el dueño del puesto, que también lo 'crs de una contigua tienda de ultramarir.osi le obligaba a despachar esencia desd» las siete de la noche a las siete d< mañana. Era una ocupación aburrida, de po co trabajo, que le dejaba largas hd ras para meditar en sus cosas. Pensaba en la agitada vida de \\ campaña, en una muchacha que le hi. bíá sorbido el seso, en la banda d; terroristas,, en el peligro que corrú su vida, pues ya estaba convenj'id* del interés que tenían los pistoleros et hacerle desaparecer. Ni durante la giiCj rra había pasado pov momentos tal terribles como aquéllos. Y aquella so4 ciedad duraría mucho tiempo; despuéj de sacar el dinero a pequeños y gran des comerciantes, envpczarían con loj capitalistas y millonarios de Bolton, t si era necesario, estaba seguro de qtj| los terroristas emnlearían bo:v.íbas r ametralladoras. Toda la nociva, las lar. gas y aburridas horas se le hacían eternas, siempre pensando, siempre ca| vilando, sin más ratos agradables que aquéllos en que metido en la cabina del teléfono público, hablaba con Anita. Monteale^re era el mejor y más elegante establecimienlo de diversiones de la nueva ciudad. La verja principal dc\ edificio estaba siempre abierta. La entrada era libre, pero siempre había unos ojos que veían al que entraba v salía, v de improviso aparecía un cancerbero que interrogaba al primer sos»