u EL MUSEO UNIVERSAL. lela ilii crin y sobre ellas unos basares con almohadones de guita percha, el suelo cubierto de hule y del techo blanqueado pendia una tristísima lamparilla. Mas no creas que me afligió el mal porte de la eátancia, lo que acongojó mi ánimo fue el ver tendidos á la larga ocupando todo despacio, incluso el duro pavimento, una parva de gigantes que roncaba en todos los tonos. No habia plaza ni para un alliler! Entonc-iS compren lí las carreras al salir de la cena , entonces también que no me quedaba otro recurso sino pasar al raso el viaje con los perezosos de la cubierta, que com) yo, hablan pagado sin fruto su asiento de cámara de popa. El puente presentaba un espectáculo curioso: dos inglesas de cabellos sedosos y blancas como el ampo de la nieve, con sombreros á la' pastora, se abrazaban en el centro con su padre , que las cubria con mantas y mantones para librarlas de la lluvia; dos negros sentados á la oriental tiritaban como epilépticos poco mas allá; tres alemanas con un niño hírmosísimo en sus brazos desafiaban la inclemincia en los bancos de la borda; dos comisionistas dormían envueltos en maletas, carteras y sacos de noche ; una turba de norte-americaaos se habia teniido en el suelo y tenia colocados los piés en alto sobre sus equipajes; aquí paseaban ó se revolvían algunos italianos; allí dos peruvianos se hacían un ovillo. El buque marchaba bien y no se oía mas ruido que el pavoroso rugir de las olas deshechas por las ruedas , los ahullidos del capitán y los gritos del timonel. De pronto comenzaron las angustias del mareo y los quejidos y los lamentos y otros gorgoritos menos musicales; Yo habla cogido la punta de un banco y con los piés encogidos intentaba dormirme. Un horrible estruendo semejante al de una bala de canon cuando cercana á nosotros rompe los aires, me hizo abrir kn ojos y vi pasar al ostalo, casi rozindomí, un fantasma inmenso : era una fragata. Los faros de la costa de Inglaterra se divisaban díslintamínte y contemplániolos dormité, á poco me aquejaba una pesadilla, soñaba que mj habia mareado. Un áspero sacudimiento me despertó y mí encontré frente á frente con un marinero que me pedía los billetes y no sé qué gratificaciones. Le contesté poniéndole como nuevo; pues me había mareado en realidad. P¿igué , me puse de pié y al débil crepúsculo de la mañana divisé las costas blanquecinas de Inglaterra. Aquellas dos horas de travesía no las olvidaré jamás y te aconsejo que no vayas á Inglaterra hasta que se construya el Túnel submarino. Él puerto de Folkstond es una cantera , al desembarcar caes en torren )s fangosos, subes poruñas escaleras de madera, alumbrado por un farolillo de la gente de mar, y después de mil vueltas y revueltas como las que describen los novelistas amigos de subterráneos, das en un salan á cuya puerta un empleado te arrebata el saco de noche de las manos, te registra los bolsillos, sin pedirte perdón , te inutiliza los cigarros, sí pasan de doce ó quince, y te vacia el ron de tu botella de viaje. ¡Oh pobres guardas de mi país, como os calumniamos, cuando pasaríais por ángeles al lado de estas aves de rapiña! Despojado del equipaje, cuyo paradero no supe hasta mucho después, hube de ocuparme del pasaporte. Una hora perdí sufriendo codazos y empellones, al fin alcancé el papelejo que acreditaba mi personalidad y entré en otro salón , donde registraron con la mayor escrupulosidad hasta los menores intersticios de mí maleta. Una francesa que llevaba de regalo de boda á su hija, un servicio de café de plata, vló con llanto en los ojos que los aduaneros se lo aplastaron y trituraron, porque en la patria de las libertades están prohibidos los artículos de platería ; á los peruvianos les hicieron pagar cuarenta reales por una rueda de cigarro.? liados, y á mí me destrozaron la sombrerera al cerrarla y era de cuero con cantoneras de bronce. Para consuelo, tres ó cuatro comisionistas, cuyos auxilios no habíamos solicitado, nos cobraron derechos por el servicio que acababa de prestarnos la aduana. La del alba seria al entrar en el coche del ferrocarril que debía conducirme á Londres. ¡Qué coches! Estrechos, forrados de badana negra, semejantes á una litera, con lamparillas tristísimas, con viajeros groseramente tendidos que reciben en silencio y con ■cesto airado al recién venido ! El andar rápido ; pero frecuentes los estremecimientos. ¡ Cuánto me acordé de los ferro-carriles alemanes , de los franceses y de los de Cataluña ! Un inglés de porte muy elegante leía á mi lado, crei que seria un libro instructivo , una novela de fama merecida, un folleto político tal vez: nadado eso, el libro , según pude ver á hurtadillas , se titulaba : Vida y aventuras de James Frency , el mas célebre de los bandidos irlandeses , el Francisco Estéban de aquella isla. Este romance con las Vidas de los piratas célebres, \a Historia de Mholl Flanders, de Jack , el contrabandista, de la bella Rosamunda y de Doña Rozena la cortesana española , forman la literatura del bajo pueblo inglés , en un todo semejante á la nuestra. Un sol de peltre comenzaba á iluminar las campiñas de Inglaterra: ¡Qué camposl ¡Con cuánta injusticia juzga el vulgo la agricultura inglesa ! Se cree en nuestra patria que allí todo son fábricas y que el suelo árido y pedregoso es como los vaciaderos de una mina. Por el contrarío, las huertas de Murcia y de Valencia, la vega de Granada no tienen tierras mejor cultivadas, mas pobladas de hermosísimos árboles , de setos , de prados, de casitas pequeñas pero limpias y pintadas como las torres aragonesas ó las quintas de recreo y los cármenes de las orillas del Dauro. Allí lo que. falta son las montañas azules , el tono , el vigor del colorido, la luz de nuestro sol meridional , la verdura lujuriosa de nuestra vegetación . allí es desmayado el color, domina el amarillo , el blanco mate , el ceniza en el cielo y la impresión que aquella naturaleza produce es melancólica como la contemplación de un cadáver. No solo el campo , las alturas de Sidhenam sedescubren ya y á poco el palacio de cristal , gigantesco invernáculo de hierro y de cristal , dentro del cual caben cinco de nuestras mayores catedrales y que puede considerarse como las pirámides de la arquitectura deleznable y portátil de los tiempos modernos , y digo portátil, porque este palacio, con algunos aditamentos, es el gran palacio donde se celebró á seis leguas , en un paseo de Londres, la gran esposicion universal de 1851 . Vamos á entrar en Londres, la animación que precede á las grandes ciudades me lo anuncia. ¡ Con cuánto entusiasmo me preparo á admirar la primera ciudad del mundo I Digo mal, Londres no es una ciudad, es una provincia cubierta de casas , y tiene mas población que la sétima parte de España (2.363,141 habitantes), por sus calles circulan 1.104,338 hombres y 1.238,783 mujeres. En 1849 consumió 8.300,000 fanegas de trigo, aunque no se come mucho pan, 240,000 bueyes, 28,000 vacas, 1.700,000 carneros, 33,000 cerdos, 4.024,400 aves, 3.000,000 de salmones, 292.230,000 cuartillos de cerveza , 9.000,000 de cucrlíllos de aguardiente, 32,000 de leche de vacas , 3.000,000 de toneladas de carbón, cuyo hum) se divisa á 32 millas de distancia y se alumbró con 360,000 mecheros de gas. Allí 23,3 17 sastres visten á las gentes vecina y forastera , 23,379 zapateros los calzan , los sirven 168,701 criados y les cosen la ropa blanca 40,000 costureras... mas á qué cansarte , mientras yo recordaba en globo estos datos que tú conoces , porque habrás registrado los últimos censos de la Gran Bretaña, ya el ferro-carril pasaba sobre un barrio de casas bajas , negruzcas y muy semejantes á las de los pueblos de las Alpujarras. Ni un monumento, ni un arco triunfal, ni un ediíicío siquiera, de bella apariencia. ¡ Qué desengaño! Londres es una tortuga , cuya concha desagrada , lo bello no se encuentra allí , tiene grandeza como el mar, como las altísimas montañas , como las cosas grandes. iNueva molestia en la aduana, al fin libre de aquellos cancerberos y del ojo avizor de la policía , tomé un coche mas desvencijado y mas feo que los mas ridículos de Madrid , di las señas de la fonda {Morleis hotel, Trafalgar square) al cochero , que estaba borracho y, vestido casi de harapos, y penelram)s en un occéano de niebla espesa , amarilla y húmUa.al través déla cual se divisaban algunos edificios gótico sajones. Llegué al fin; un amigo me esperaba y antes de bañarme te escribo la presente, bosquejo de mis impresiones. Después de leerla ¿no te reconciliarás algo con esta pob.-e España tan calumnia la? Yo te puedo asegurar que ahora mas que nunca amo á mí patria: J. Gime nkz -Serrano. D. DIONISIO AGUADO. Célebre profesor de guitarra español , nació en Madrid el 8 de abril de 1784, y murió el 20 de diciembre de 1849. Manifestó desde sus primeros años escelentes disposiciones ; estudió con singular aprovechamiento gramática latina, filosofía y francés, y dedicándose mas adelante á la paleografía , debió á su incansable asiduidad el título de paleógrafo del Consejo de Castilla. Por via de distracción y recreo , procuró adquirir los primeros rudimentos de la guitarra, y los recibió de fray Miguel García , conocido por el padre Basilio, monge en el convento de este nombre. Las primeras lecciones revelaron al maestro el raro ingenio de que estaba dotado su discípulo, el cual hizo después por sí mismo un estudio serio del instrumento que habia merecido su predilección, al mismo tiempo que de la música. En 1808 la invasión francesa le obligó á retirarse con su madre , viuda ya á la sazón , al pueblo de Fuenlabrada, distante tres leguas de Madrid, donde permaneció durante la guerra , sin mas recursos para atender á su subsistencia que los productos de un pequeño vínculo que allí poseía. Los beneficios que dispensó al vecindario le hicieron acreedor á una gratitud sin límites. En cierta ocasión fueron muertos violentamente algunos franceses de la división acantonada en Leganés , los cuales habían llegado paseando á Fuenlabrada. El general de la división apenas tuvo conocimiento del hecho envió al pueblo una gruesa columna con orden de reducir la población á cenizas; pero Aguado, que de antemano lo habia previsto todo, se dirigió á Leganés, tuvo una entrevista con el general francés , á quien conocía por haber varías veces á petición suya tocado la guitarra en su pabellón , y recabó de él, ofreciéndole la entrega de los verdaderos culpables en el caso de conocerse su paradero , que revocase la órden terrible en el mo^ mentó mismo de irse á ejecutar. Aguado con su habilidad admirable tardó muy noCo en llamar la atención de los aficionados á la guitarra cuvo estudio continuó con perseverancia en su retiro' y logró cada día descubrir en él nuevas bellezas. Con-l cluída la guerra, regresó á Madrid con su madre i quien adoraba , y no se separó de ella hasta que en 1831 la muerte se la robó. En 1823 pasó á París , donde son prendió con su habilidad superior á los mas notables profesores, y contrajo una amistad muy íntima con los mas esclarecidos, como Sors, Rosiní , Paganini v Belliní. Su modestia le hizo evitar en la capital de Francia casi todas las ocasiones que se le presentaron para distinguirse , y sin embargo logró una gran celebridad con solo la publicación de sus composiciones y la reimpresión de su Escuela, dada á luz por primera vez en España en 1820. Al reimprimirla en París la dió el .título, que desde entonces conserva, de Nuevo método para guitarra. Todos los inteligentes están de acuerdo en calificar esta obra de escelente; todos la consideran como la mas propia para aprender á tocar la guitarra con arte y perfección, y en realidad ella basta para legitimar la reputación inmensa que glorifica el nombre de Aguado. No se ha escrito, ni es posíbfe que se escriba nada mejor en la materia. El día 12 de abril de 1838, la diligencia en que regresaba á su patria fue asaltada al llegar á Arisa por una partida de carlistas pertenecientes al ejército de Cabrera, los cuales, después de robar por comgleto á Aguado le condujeron á los montes con sus companeros de viaje y le notificaron la sentencia de muerte, que solo podía revocarla aprontando cierta cantidad de dinero. La misma suerte amenazaba á los demás viajeros ; él fue sin embargo el primero que alcanzó la libertad sin someterse á las duras condiciones que se le imponían para su rescate, pues su venerable ancianidad y amable trato lograron ablandar el corazón de aquellos hombres que tanto había endurecido la guerra. Pasó en Madrid el resto de su vida sin contraer matrimonio , y sosteniéndose con los productos del mencionado vínculo. Siguió profundizando el estudio déla guitarra, llamada por él su inseparable compañera, y algunos años antes de morir dió á luz la tercera edición de su Nuevo Método, al cual agregó un apéndice que estaba en prensa cuando falleció. Por encargo suyo sus testamentarios llevaron á cabo la publicación. Don Dionisio Aguado fue víctima de un catarro crónico pulmonal que le tuvo en cama cuarenta y cinco días. Conservó hasta el último instante toda la plenitud de su r&zon , y mostró en tan terrible trance una conformidad ejemplar. Los que conocían sus virtudes lo lloraron tan amargamente como los admiradores de su ingenio. Murió tan pobre, que sin la generosidad de su agradecido discípulo don Francisco Casariego hubiera hasta carecido del modesto nicho en que duerme el sueño eterno. Aguado en la vida práctica era un verdadero filósofo. Se había creado muy pocas necesidades , y así es que no tuvo para satisfacerlas que recurrir siquiera á la enseñanza. Con todo, tomó á su cargo algunos discípulos con el exclusivo objeto de imbuirles las escelentes doctrinas de su método para que pudiesen propagarlas. Todos ellos se distinguen por el sonido lleno, rotundo y brillante que sacan del instrumento. Fueron objeto de su particular cariño los dos hermanos don José y don Agustín Campo , y ambos hicieron muy rápidos progresos bajo la dirección de un maestro tan esclarecido, especialmente don Agustín, el cual á la edad de 13 años tocó en la real cámara , donde le presentó el mismo Aguado. Como una muestra del aprecio que profesaba á don Agustín Campo, Aguado le legó en el testamento su famosa guitarra, y el que oye tocar al discípulo después de haber oído al maestro , cree que aquel con el instrumento y la música de este ha heredado su genio, su habilidad, su buen gusto y su ejecución. Pudiéramos casi decir que Aguarlo se formó semejante discípulo para tener un competidor digno de él. A mas del Nuevo Método para guitarra, debemos á Aguado la invención de un instrumento , llamado Trípodo- ó Máquina de Aguado , para colocar la guitarra en su posición mas propia. Con dicha máquina se toca la guitarra con mas comodidad, y la posición del cuerpo es menos violenta y mas elegante. El gobierno francés dió á Aguado por su máquina privilegio de invención. A. Ribot. VALENCIA. PUERTO DKL GRAO. El destino del puerto de Valencia, es ser pronto ó tarde uno de los puertos de Madrid en el Mediterráneo; y sean cuales fueren los obstáculos que so vayan suscitando , y el origen mas ó menos bastardo que los cree, aquellos van, aunque lentísi mámente desapareciendo, y este perdiendo diariamente de su influencia y actitud. Desde luego el problema, que había empeño secular en presentar como ínsoluble, ha tenido una solución victoriosa, y el simple exámen del grabado que acompaña, copia exacta de una fotografía, hará ver que la pía-