A fJO I.—NÚM 199. Oviedo.--Domingo|24 de Noviembre de 1901 PRECIOS IDE ¡STJSCBIPCION Sm Oviedo, un mes \ P * RS * En el resto de España, trimestre « * Exranjere j Ultramar, »n semestre l» * » » año •..••i» 85 * número rt?et to 5 CÉNTIMOS REDACCION Y ADMINISTRACION Calle de Santo Domingo, 1, baje Imprenta LA ECONOMICA BASTO DOMINGO, NÚM. 1 , ENTRE8UELO OVIEDO 1 AJNTJisrcios Comunicados, Esquelas de defunción y Reclamos, según el lugar que ocupen y número de inserciones NUMERO SUELTO 5 CÉNTIMOS En las pistarías Esto seseaba. Escándalos electorales que han producido derramamiento de sangs de un régimen que se muere por asfixia; pero téngase presente que si no tenemos energías para evitar la caída, con el régimen caerá España, y se barrará su historia, para que desparezca como na ción autónoma é independiente, pasan do al servicio de otra potencia. sabidas secciones de «Preguntas y Res puestas* y «Averiguador universal». Las hay muy chuscas. Por ejemplo: —«¿Cuántos individuos nacen y mueren diariamente en el mundo?» —a¿De cuándo data la costumbre de fumar?* —«¿Quién fué y de qué nación era el primer explorador que subió al Popo catepell tres siglos antes de que La Condamine se vanagloriase de haber sido él?» Y asi por el estilo. Es decir, por el estilo no; porque hay una que me da mucho qué pensar. Esta formulada asi: —«¿Qué reina de Europa es uaa ex celente tiradora?»... ¡Cualquiera se atreve ¿contestar..! FILIGRANA POR ESOS «unos •••«• ¡Qué cosas se ven, Dios mío! En Hamburgo dieron t n estrenar el drama Electra. de Galdós, con el título «EUktra, das Kind der siinde, oder: das nonnenkloster von Santa Cruz» ( Electra. la hija del pecado, ó el convente de Santa C r uz). en nueve cuadros Remito a Veis. á Él Imparcial del miércoles ú¡timo. en que Mariano de Cavia describe el desarrollo de las escenas de la obra con su gracia sin igual. « « Un escritor italiano, apellidado Mocera va á escribir la historia del bandolero caiabrés Musolino, que tanto dió qué hablar. En esto de biografías no andamos del todo mal por aquí. Recientemente se publicó la de un conocido periodista ovetense en un diario de la región, y olióme en cuanto la leí ái.;;.. cajista agradecido. Y con esto; basta. EBiSÉt IMITARIA Los críticos de teatros de los rotativos madrileños no cejan estos días en su afán de ensalzar á Leopoldo Cano por el estreno de La Maga, drama que antes de presentarle en la corte se puso en escena en un teatro de Valladolid. No conozco la obra, pero ¡valame el cielo! unas décimas de ella, que pu blicó un periódico, no las vi peores en mi vida! En esto de hacer mal los versos siempre llevó la palma el dramaturgo-militar. Y esoqueaun hay quien le aventaje. Ahí está para demostrarlo Fray Can. dily el propio Emilio Bobadilla, cen una poesía titulada Pasión, de la cual se burla ingeniosamente un periodista gijonés. Dice D. Emilio: «De julio los besos sonoros ruedan por los campos en ondas calientes de líquidos oros.» Coq que, ya pueden juntarse el señor de Bobadilla y don Leopoldo Cano. ¡Ah! y convendría que Rubén Darío coadyuvase a formar la trinidad. • ♦ • Según el último número de Alrededor del Mundo , en el fclobo terráqueo se gastan diariamente tres millones y medio de plumas de escribir. No es extraño. Hay escritores que tienen mucha fuerza en las pantorrillas. . * • El mismo semanario pública las con- En ©l Oentro Obrero de Oviedo El miércoles de la semana pasada, el joven abogado D Jesús Arias de Velas- co, ocupó por primera vez la tribuna del Centro, dando una conferencia en la que demostró grandes conocimientos Empezó el conferenciante manifestando que le llevaba á la cátedra del Centro Obrero, un deber que él consideraba de estricta justicia, el de coo perar á la educación y cultura, de las clases proletarias: que y "las gentes se iban convenciendo de que los deberes sociales del hombre no pueden encerrarse todos en los estrechos límites de la ley escrita ni trazarse dpriori. como de una vez para riempre. sino que surgían en la medida en que las circuns tandas demandaban el cumplimiento de algún fin ó la satisfacción de alguna exigencia, fin y exigencia que obligan para su realización á toda persona que disponga de medios adecuados con que atenderlos: los limites del deber coin ciden para cada cual con los del poder con que cuenta. Después de esta introducción expuso el Sr. A-ias de Velasco el programa en que ha de desenvolverse el tema objeto de sus explicaciones, formulado, como se sabe, bajo el epígrafe de «carácter moral de la educación». Este programa ha de comprender las siguientes secciones: que sea la educación en general á diferencia de la instrucción: importancia de una y otra en la obra del progreso moral del hombre: en qué consis te la moralidad de los actos humanos, y modo de alcanzar la educación y cultura en este orden de la actividad. Vino á seguida la exposición del concepto déla educación haciéndose notar el carácter amplio de ella, comprensivo de todas las manifestaciones, de todos los aspectos que en el hombre se dan. Refirióse el conferenciante k la llamada «concepción intelectualista» que consistió, dijo, en colocar la esencia del alma humana en ei puro pensamiento y a la preocupación quede aqui nació para la practica, y según la que con atender al cultivo de las facultades mentales y al aumento de nuestros conocimientos se creyó que en su mayor parte estaba hecha la labor educadora. Conviene mucho para la vida desechar esta preocupación; de hecho en las corrientes de la moderna pedagogía ya esta de tal modo desacreditada. Bajo lá fórmula de «educación integral» piensan los que en entas cosas se ocupan que lo que importa no es formar hombres ilustrados, sino hombres sanos de cuerpo y espíritu- caracteres nobles y elevados, entregados á sentimientos puros y grandes, despreciado- res de lo mezquino y vulgar; volunta des fuertes, puestas siempre al cumplimiento del deber, dispuestas a vencer cuantos obstáculos en este camino se puedan presentar Por virtud del intimo enlace y recíproca dependencia de las facu-tades humanas, añadió el conferenciante, no es posible que una sin otra alcancen un elevado gran desarrollo: aun miradas las cosa9 desde el punto de vista intelectual, la educación del sentimiento y déla voluntad son casi siempre condi cióú indispensable para un esmerado cultivo de la inteligencia. Al llegar á este punto se extendió el Sr. Arias de Velasco en largas conside raciones acerca de la influencia que nuestros gustos, nuestros hábitos, nuéstras pasiones tienen en la determinación de nuestras condiciones y creencias. Eacareció la necesidad de purifi car nuestra alma si queremos que el ángel de los nobles pensamientos, como decía Madame Stael, se digne deseen, der á ella. Es preciso practicarla ver dad si hemos de venir á la luz, qui facit veritutem venit ad lucem. la luz y el calo» son en la vida del espíritu tan inseparables como en la de la na r uraleza: al calor de los arranques generosos y entusiastas del corazón brotan las chispas de sublime inspiración en la inteligea - cia. A continuación de todo lo cual, y entrando ya en la segunda • parte del tema, empezó el conferenciante á exponer las notas constitutivas del con cepto de la moralidad Previamente manifestó que no quisiera que su en señanza revistiera carácter alguno dog matico. No consiste la función que en seña en ir recargando la memoria de ¡os oyentes de conceptos hechas que, no siendo razonados, dejan a quien los escucha en una completa ignorancia de las cosas; sino, antes bien, en ir despertando y avivando la atención del alumno para que éste por sí mismo vaya formando los conocimientos que se trata de comunicarle. La empresa, aunque difícil, no es enteramente imposible, pues el hombre vulgar é in docto cuenta con un caudal de conocimientos tan extenso como se consagra al cultivo de la ciencia: lo que hay es que estos conocimientos permanecen en él oscuros, y son iosistematicos é inciertos: el arte de quien ens- ña esta todo en ir conduciendo hábilmente la refl xión d i auditorio para que fijan dose y actuando sobre aquellos, se aclaren y ordenen y adquirieran, coo esto, los caracteres de la verdadera certeza. La primera de las notas esenciales del acto moral es.la de la libertad, pues á los hechos que no dependen de nos otro 9 no los juzgamos como moralmen. te buenos ó malos, caen fuera de esta categoría. Coo Algunas consideraciones acerca délos conceptos de libertad y libre arbitrio, que procuró no confun dir sino distinguir cuidadosamente y con una sucinta exposición de las teo rías dichas deterministas, dado loavan zado de la hora, puso el señor Velase.» término a su explicación, en medio de grandes aplausos, conque la concurrencia que llenaba el espacioso salón del Centro, premiaba su laboriosidad é inteligencia puesta al servicio de los obreros En el Centro Obrero de la o&lle de Garoilaso (Gijón) Continuó el Sr. Sela el sábado explicando sus lecciones sobre los «Problemas de educacióo,* aate numeroso público compuesto ea su mayoría de obreras y obreros. En la primera conferencia se había procurado distinguir los diversos as pectos, que, sobre su unidad fundamental, puede ofrecer la obra de la educación. Comencem s hoy el estudio de cada uno en particular. Si cupiera establecer gradación entre ellos, ocuparía justamente el primer lugar la educación física. Por algo se ha dicho tanto tiempo hac«: ptirnum vivero , deinde philosophare. No hay ya quiea niegue el profundo sentido de aquellas palabras de Spencer, cuya cru deza provocó en un principio taDtas censuras: el primer fin de toda educa ción es formar buenos animales. Y no es menos exacta la observación de Rousseau, de que cuanto mas débil es el cuerpo más manda y cuaato más robusto, mejor sirve al espíritu. Imparta, pues, conservar la salud, desarrollar las fuerzas físicas, robustecerse, no sólo como coudición obligada de la vida, sin la cual ningún otro fin podría cumplirse, sino también por lo que una buena salud influye en la moralidad, en la inteligencia, en el buen humor y en el bienestar. Y, sin embargo, ¡qué abandono se advierte en este punto, aun éntre las clases sociales mas acomodadas! Hubo pueblos, como Grecia, para quien la robustez y el adiestramiento, constituían una preocupación, demostrada, de una parte en la República dt Platón, obra mas pedagógica que política, y de otra ea los ejercicios físicos de todas clases, convertidos en fiestas populares y de cuya importancia son testimonio los Juegos olímpicos que en vano tratan de restaurar hoy ciertas ilustres personas de buena voluntad. Hemos re* trogadado en esto y para haber una , nación, como Inglaterra, que rinda I culto á los preceptos higiénicos y á los j ejercicios corporales, las más prescinden de ellos casi en absnluto. Con razón se ha dicho que los señores que se esfuerzan en criar, con todas las reglas del arte, caballos de carrera, de silla ó de tiro, ó toros y vacas que han de ser asombro de los inteligentes en las exposiciones de ganados, y han leído multitud de libros referentes al asunto, nada saben, ni les importa, respecto de la crianza de los seres hu - manos aunque estos seres sean saDgre de su sangre. Los padres de la clase media, que no duermen ni descansan hasta da r a sus hijos una carrera, y para quien los estudios, los exámenes y los grados revisten una importancia colosal, no se cuidan para nada de la higiene de los que quizá serán abogados, médicos ó ingenieros á condición de vivir poco y de vivir enfermos y raquíticos. Y entre las clases populares, el labrador que (diríamos, parafraseando á Spencer) conoce perfectamente las propiedades de la remolacha para engordar las vacas ó las del maíz para cebar los cerdos ¿ha pensado alguna vez en la necesidad de que sus hijos ingieran alimentos en que las sustancias nutritivas se hallen convenientemente dosificadas; de que respiren aire puro? El obrero del taller se dirá que carece de tiempo y de dinero para ocuparse en eso; pero ¿acaso se necesitan muchas horas y un gran capital para que los niños se laven; para elegir entre los alimentos que pueden tomar 1 que mistes con vienen: pa r a abrir las ventanas de las h bitaci"»ne 9 pequeñas; para llevar á la familia al campo ó a ¡a playa todos los domingos á disfrutar del aire libre y á divertirse sana y honradamente? La escuela podría suplir en parte las difidencias de la educación doméstica; pero nuestras escuelas, por punto general, reúnen precisamente todas las condiciones opuestas á las exigencias mas elementales de la higiene; estrechez, humedad, falta de ventilación, exceso de frió ó de calor srgun las esta- ci .ne-, luz mal dispuesta; mobiliario aprósito para produci desviaciones de la columna vertebral, libros excelentes para suministrar clientela á los médicos oculistas, y sobre todo esto, el más punible abandono en cuanto á las enfermedades contagiosas.. De*»de este punto de vista, bien se puede decir, aunque se escandalicen muchos: ¡felices los niños que no van a la escuela! Al salir de esta, la educación física de los adolescentes, como después, la de los adultos, correrá a cargo del café ó déla taberna, en los varones, de los vestidos antihigiénicos y de la inmovilidad casi absoluta ó del trabajo excesivo, según la condición social, en las hembras. . El remedio de esta situación que amenaza acabar con la poca fibra que nos queda, depende de muchas condiciones individuales y sociales, que es imposible enumerar aquí en detalle; pero la primera de todas es el convencimiento de que se trata de un mal y