SEMANARIO CIENTÍFICO-LITERARIO T DE INFORHACIÓN Director: D. Pedro M. de Hijas. Redacción y- Administración; Plaza del Horno de los Bizcochos, 4. Año III. Toledo 5 de Enero de 1899. ISTúm. 67. Ya se empezó. Eo diremos que ha llegado ya el día de cantar victoria, porque sabemos lo que cuesta y lo que entorpece el expedienteo en nuestras Oficinas y los obstáculos que en España se presentan siempre que se trata de realizar algún proyecto que pueda ser de utilidad para una provincia ó región; pero aparte de estas dificultades, que con un poco de constancia y con una voluntad bien dirigida pueden irse venciendo, es lo cierto, según se nos ha asegurado, que pronto, más pronto quizá de lo que nosotros un día pensábamos, la provincia de Toledo podrá mostrarse satisfecha, porque tendrá un empalme de ferrocarril con la linea de Càceres y Portugal, partiendo de la Estación del pueblo de Bargas y terminando dentro de los muros de Toledo. lío se crea que esta acariciada idea, anhelo constante de El Heraldo Toledano desde su fundación, debe su desarrollo ó su estudio hasta ahora á gestiones oficiales ni á influencias de nuestros Diputados, como parecería lo natural que fuese; el proyecto todo se debe á la iniciativa particular, como ya en alguna ocasión hemos indicado, y si se confirma, si se realiza, Toledo y la mayor parte de sus pueblos no tendrán nada por este concepto que aplaudir ni que agradecer á sus organismos oficiales. Nosotros, ante las noticias que hemos recogido y que nos merecen mucho; crédito, experimentamos gran alegría, y creemos que los pueblos, al conocer 2,n a A.xisf^. un provéete. ^dfL^aJerrea o ug^p^am» capital con la línea de' Portugal, experimentar¿tü igual sensación; pues los obstáculos, las molestias, los retrasos, y hasta los peligros que existían para llegar al fin de un viaje, van á tener su término en plazo breve. ÜTo tan sólo se evitarán aquellas dificultades; habrá ventajas positivas para los de allá lo mismo que para los de acá, y esto ha de hacer que se comience á notar el entusiasmo en los habitantes de los hasta ahora desdichados pueblos interesados en este ferrocarril. Aún no conocemos el proyecto; sabemos que está estudiado y concluido; sabemos que la fuerza motriz que nos ha de transportar es la eléctrica; sabemos que existe el propósito de que su construcción no se demore, que las obras comenzarán pronto y que no será difícil que al finalizar el presente año, las máquinas funcionen y los coches transporten viajeros y mercancías. Todo esto lo sabemos ya, como también conocemos los nombres de los distinguidos Ingenieros á cuyo estudio se debe tan importante proyecto, y que si no publicamos ahora es quizá porque pudiéramos cometer indiscreción-no habiendo obtenido nuestras noticias de aquellos señores; pero lo que nos falta saber es si los trámites legales, podrán terminarse pronto, y en eso precisamente está nuestro único temor, porque desconfiamos de las personas que, por su posición, pudieran allanar el camino oficinesco con su influencia y su constancia. Si éstas existieran y se emplearan, entonces sí que cantaríamos victoria desde hoy; pero hemos llevado muchos desengaños, y aunque ahora parece que el asunto ha caído en buenas manos, vacilamos en nuestra fe, y en la duda, encarecemos á los autores no desmayen por más ó menos obstáculos que se presenten, sino que, convencidos de que prestan un gran servicio á la provincia, redoblen sus esfuerzos hasta conseguir el triunfo. En ello ha de estar también la utilidad y el beneficio, que mucho nos había de complacer fuera mavor de lo que los mismos autores hubieran calculado. Por nuestra parte ofrecemos coadyuvar en todo lo posible al más rápido y mejor éxito del proyecto, dando la mayor publicidad á todo lo que con él se relacione. GARANTIAS DE LAS CUBAS En la nota que, con carácter de oficiosa, publicó iiace días la prensa periódica de Madrid, nos extrañó se sentara la peregrina teoría de que la Nación española sólo responde sicbsidiariamente de los intereses y amortización de los Billetes Hipotecarios de Cuba: y nos llamó la atención, tanto más, porque la supusimos inspirada por un jurisconsulto de tanto y tan merecido renombre como el Sr. Romero Girón; pero que sin duda en este asunto no se habrá tomado -la molestia de leer los Decretos de creación de las dos emisiones, de 188G y 1890, contentándose con las referencias que sus compañeros le facilitaran. * De los textos legales que vamos á transcribir, claramente se deduce que la garantía que España prestó á las Cubas no fué supletoria, ó séase así como de fiador ó avalista, sino una garantía general y solidaria con la del Tesoro cubano, y, por lo tanto, entendemos que los tenedores de los valores de que tratamos tienen un derecho perfectamente legal para exigir de la Nación española todo aquello que un acreedor puede exigir de su deudor, cuando su acción se deduce de un título ejecutivo. El Real decreto de 10 de Mayo de 1886, dice en el párrafo 2.° del art. 2.°: «Los nuevos Billetes tendrán la garantía especial de las rentas de aduanas, sello y timbré de la Isla de Cuba, la de las contribuciones directas é indirectas que allí existen ó puedan establecerse en lo sucesivo, y la general de la^lTaciou española.» En la exposición de motivos que precede al mismo decreto (por cierto refrendado por el Sr.,Gamazo), se leen los siguientes conceptos: ......el Gobierno se ha decidido á crear el nuevo signo de »la deuda, resolviendo, tras prolongadas meditaciones, que »éste sea un valor amortizable que lleve la expresa ga- A^-n-fcía. rio Va. "W'a^TÓii estocóla v oiia . ñtss^aaxtu^m. ?« rostés anual de 6 por 100.» «No ha querido el Gobierno, al otorgar la garantía :>nacional, prescindir de aquellas otras especiales con que »en ocasiones análogas se han realizado las grandes operaaciones de crédito. Los acreedores, pues, quedan én primer «término asegurados por la prenda (nótese que no dice hipoateca) de las rentas públicas de la Isla de Cuba, cuya recau»dación y custodia se encomienda á los mismos estableci«mientos á cargo de los cuales ha de correr el servicio de «intereses y amortización del nuevo papel; pero importa que »tras esa garantía especial, vean los hombres de negocios la «responsabilidad de la Nación, sin reservas ni dis«tinciones. Después de todo, ninguna novedad se introduce «por ello en el actual estado de cosas. LL·múrase supletoria ó ^subsidiaria L· garantía- que la Nación prestó á los valores ■¿de 1S78 y 1880, lo cierto es que si el- Tesoro de Ouba no pu¿diese satisfacer estas obligaciones, el presupuesto peninsular ^resultaría gravado con una anualidad de 7.983.000 -pesos, á *los cuales Jiabríá que agregar los dos millones de que exp¡-esa»mente le hizo respoyisable la Ley de Julio último para el caso ■*de que se emitiesen las obligaciones de que Juxbla el ari. 15.» Con lo transcripto, especialmente lo que va de cursiva, creemos que nadie dudará ya de que la Nación española es responsable por modo directo y principal, y no subsidiariamente, de los Billetes de Cuba de la emisión de 188G. Creados los del 5 por 100 por virtud de la ley de 18 de Junio de 1890, que refrendó D. Manuel Becerra, su art. 14 está redactado en la siguiente forma: «El Gobierno procederá á la conversión de las actuales adeudas de la Isla de Cuba, creadas en virtud de lo dispuesto «por las leyes de 1886 y 1882, en otra nueva, con la garan«tía d 3 la Nación, á la que se asignará menor interés é «igual plazo de amortización que la señalada en el referido «Decreto-ley de 1886.» Al razonar el entonces ministro de Ultramar Sr. Fabié el decreto de 25 de Septiembre de 1890, se limitó á expresar que el citado art. 14 «autoriza la emisión de una nueva deuda ■acón la garantía de h Nación, además de la especial de los «productos de las aduanas y de los de las contribuciones y «rentas de la Isla»; y en el texto del decreto, el art. 2.° aparece redactado en iguales términos que el mismo número del de 10 de Maj'o de 1886 que antes hemos copiado; y de ello deducimos, pensando por modo lógico, que el pensamiento del legislador no fué otro, al emitir los nuevos Billetes, que el de obtener una baja en el tipo de interés que le permitiera, con igual desembolso anual, atender al pago de los correspondientes á mayor capital. Por lo demás, en iguales condiciones de garantía se encuentran los primeros que los segundos y de todos responde la pobre España ó debe responder en ley de justicia, pues á ello la obligan la base 6.a del art. 6.° del Decreto de 1886 y la regla 5.a del art. 5.° del de 1890, que, poco más ó menos, preceptúan que «si por cualquier motivo algún trimestre no «llegaren con oportunidad los fondos á poder del Banco His«pano-Colonial, el Gobierno adoptará las medidas necesarias «para suplirlos é impedir que sufra la menor interrupción el «servicio de intereses y amortización de los Billetes». Cese, pues, la alarma, termine el agio de que vienen .siendo objeto estos valores y procure el Gobierno, porque este es su deber, evitar el que unos cuantos se enriquezcan á costa de los muchos que de buena fe entregaron á la Patria sus capitales en los momentos de apuro nacional, porque parece que algunos han olvidado aquel aforismo que el Rey. Sabio escribió en las Partidas: «Ninguno non debe enriqües»cer tortizeramente con daño de otro.» LA SOCIEDAD Y LA RELIGIÓN Cuando horribles convulsiones, precursoras de cercana muerte, agitan violentamente á un individuo, empujando con fuerza irresistible su parte física á la tumba, que cual monstruo ciclópeo le espera, abiertas sus fauces horrorosas, quedando entonces su espíritu en libertad completa para volar á otras regiones de dicha ó desventura, según hubiere sido su vida, durante su paso veloz por el planeta; cuando esto ocurre, la ciencia examina, busca, elige y aplica medios para establecido el equilibrio de los elementos perturbados y en el más grande desconcierto, ver si le es posible lograr la aniquilación de las causas que tan fatales efectos producen, y restableciendo la normalidad en las funciones orgánicas, conservar aquella vida que se escapaba rápidamente, como el gas se esp.irce en el aire en el momento que se abre la válvula que le uprisionaba en un espacio más ó menos reducido, por la tendencia connatural de sus moléculas á la disgregación. de los grandes descubrimientos, el siglo de los más potentosos adelantos científicos se encuentra próximo á expirar, pasando á ser uno de tantos objetos de análisis de la crítica histórica, un enfermo gravísimo, y de alcurnia muy elevada, y de sangre novilísima, se agita en su lecho, desesperado de todo remedio, ansiando ó que llegue una mano bienhechora que lo devuelva la salud perdida, ó que la Providencia Ip haga desaparecer cuanto antes de la escena de la vida, donde el papel que representa le cuesta dolores tan crueles. ¿'Quién es? Esta pregunta, sin duda, se escapará de labios de mis lectores, que, movidos por un sentimiento de compasión, les hace ansiar el conocerle para ver de escogitár algún medio con que poder llevar algún lenitivo á sus penas. Mas no fatigues tu inteligencia en adivinar quién puede ser aquel ser desgraciado. Yo te contestaré, y al ver mi respuesta te admirarás sin duda; pero después quedarás plenamente convencido de mi aserto. Empero no te asombres El enfermo eres tú, el enfermo soy yo, el enfermo es el cuerpo social, que, á grandes voces, pide ó la muerte ó la liberación de sus dolores. La sociedad, que en cumplimiento de los fines altísimos señalados desde la . eternidad por la inereáda sabiduría, debiera tender por todos los medios á su perfección en el tiempo y en el espacio, á donde se limita su vida en cuanto, tal, perfeccionando de esta manera al individuo (átomo casi imperceptible de ese cuerpo de proporciones tan colosales), para que pudiera ser por siempre feliz en la vida de la eternidad; la sociedad, lejos de seguir en majestuosa marcha las sendas que la lleven indefectiblemente á la consecución de su fin principal, al que todos los demás están subordinados, obstentando en su frente de nieve la aureola del triunfo, equivocada en la idea de su excelso destino, y como consecuencia, padeciendo error lamentable acerca de los medios que á él conducen, camina, sí, pero no en pos de su objeto verdadero, sino en dirección abiertamente opuesta; así es que desequilibrados sus elementos, y en el desorden más grande los principios ácuyo influjo debe su vida verdadera, se agita y violentamente se sacude como el enfermo que, en medio de torturas, sé despide triste de la vida; y cual edificio cuarteado por todas partes, se reducirá irremisiblemente á polvo, en el momento que le azote con su incontrastable fuerza el vendaval furioso y devastador de la revolución que la amenaza, consecuencia lógica en alto grado de su desatentado proceder. Ürge, pues, que en situación tan triste, cuando todo se encuentra desquiciado, cuando la fe, don de Dios, llora desde el cielo el desprecio de los hombres, sobre los que derramó tantos y tan consoladores beneficios, efecto de que. la moral se ha conculcado, con el más espantoso de los cinismos en todas las esferas de la sociedad, y cuando la justicia ha huido de este mundo, por no ver las ofensas que recibe, en cambio de sef