también el señor ministro de Gracia v Justicia. Esto es otra cosa. ¿Qué tienen que ver las conjuraciones que se conciertan, los hechos crimihosos que se traman y baya realización se procura, coa. las ma- - nifestaciones pácífibas é inocentes de la opinión? ¿.Qué tiene que ver una " conspiración con un movimiento como el que hubo en las calles de Madrid eí dia 20? Y eso que, naturalmente, yo no examinó su carácter jurídicb: 'yo digò como el' señor ministro de Gracia y Justicia, que allá de eso están entendiendo los tribunales. Pero mire el señor ministro de Gracia y Justiciaba la autoridad militar promueve su competencia á la justicia ordinaria; lo de siempre; y eso que el señor capitán general empezó por dar improvisadamente su declaración mientras que, según afirman los periódicos, se tomó tiempo para darla, ség-un era su derecho, como informe el señor gobernador civil. Mire el señor ministro de Gracia y Justicia esto otro: aquí se ha asegurado, y. temo 3ro que sin datos bastantes para poderlo afirmar, que los muertos en las calles, lo fueron por proyectiles de arma corta; algunas veces la causa de la muerte de alguno ofrecía aspecto tan singular que daban ganas de creer en un inverosímil suicidio, Pero atienda el señor ministro de Gracia y Justicia que ya es natural que hayan declarado los médicos que hayan reconocido los heridos por cuyas bocas se escapó la vida de aquellos hombres que hayan ido á declarar, los armeros que hayan reconocido los orificios abiertos por donde aquellas balas atravesaron aquellos cuerpos y arrancaron aquellas vidas, que los armeros saben y todo el mundo sabe cual es el calibré de las armas empleadas por la Guardia civil y no estariá bien que después de haberme aquí asegurado por el gobierno de S. M. y por sus'agéntés, que aquellos muertos murieron por las heridas causadas por proyectiles arrojados por armas cortas, áhorá resultase que hablan sido muertos por proyectiles que nò habian podido salir sinó délas carabinas que úsala Guardia civil. Pero el partido conservador pretende que la democracia, que la doctrina fundamentalmente opuesta á la suya, és incompatible con la propiedad y la monarquía. Yo no voy á hacer de esto motivo de agravio ni de recriminación, porqué verdaderamente ya sé yo que éstos son errores excl usi vos del partido conservador, como aquellos otros errores que consisten en creer y afirmar que la manifestación del comercio de Madrid es un atentado al orden público, y que el motivo de esa manifestación, así como el motivo de haberse coaligado el comercio con nosotros es el disgusto de unos tenderos que venden poco, y cuyos intereses son incompatibles con los del ejército, tales como los está entendiendo la Administración militar. Todos estos son errores del partido conservador, y estoy persuadido de que no han de tener en su propaganda trascendencia alguna que nos obligue á : nosotros los demócratas á tomarlos en mayor consideración: de suerte, que bien puede ejercitar su alto entendimiento el presidente del Consejo de ministros en profesar, proclamar y defender su doctrina, sin ^ue por eso hayamos de ^entender los demócratas que es pretensión de S. S. y de su partido, desterradnos de la legalidad y de la monar"quía, aunque pueda ser su preten- " sion desterrarnos del gobierno. Aunque ésta fuera la convicción del señor presidente del Consejo de ministros, aunque ésta fuera la realidad de los hechos, aunque existieran en las doctrinas esos antagonismos que entre la monarquía y la democracia hallaba el señor ministro de Gracia y Justicia, todavía su sentido gubernámental, todavía su espíritu de prudencia, todavía su amor y su interés por las instituciones vigentes, debieron haberles aconsejado mayor moderación y compostura, para escogér el momento de esperar semejantes ideas; pero afortunadamente ni existe semejante antagonismo, ni creo yo, (aunque esto importa menos, porque la consecuenciá de cada cual de los contendientes, és el menor de los argumentos y de los elementos que para formar juicio y determinar la razón con que cada cual sostiene sus opiniones pueda traerse al debate), ni creo que el señor presidente del Consejo de ministros haya profesado semejante doctrina siempre; al menos, en la extensión y en la forma en'q'u'e cbñ'tan notoria inoportunidad lo sostiene ahora. (El señor presidente del Consejo de ministros: Siempre.) No, al menos, en mí humilde opinión, por las razones que vov á tener la honra de recordar á S. S. Discutíase la Constitución de 1869, discutíase aquella grande obra de las Córtes Constituyentes y era natural que en la posición que el señor presidente del Consejo ocupaba en aquellos bancos, dados sus antecedentes y sus convicciones, allá pusiese su pensamiento y su palabra al servicio de sus ideas combatiendo aquella Constitución. Al hablar del sufragio universal, S. S. habló de la esencia de la democracia. Ya sé yó, no he de discutir sobre palabras, que esto no seria digno de S. S. ni de mí, ya sé yó que S. S. al declarar incompatible con la monarquía el sufragio universal, declaró que es incompatible la monarquía con la esencia de la democracia; pero recuerdo S. S. que en 1869, por lo mismo que habia sufragio universal, consideraba S. S. indispensable como complemento, como contrapeso necesario del sufragio, la monarquía. Después de todo, ¿bajo qué aspecto se ha de examinar esta cuestión? ¿Bajo el aspecto de los hechos? ¿Bajo el aspecto de lo que pasa en otros países? Sobre esto ya se han dado bastantes datos en otra ocasión y realmente todos los que pudieran dar¬ se los dió la otra noche en su discurso mi amigo el señor Becerra Yo dio-oque esta monarquía de D. Alfonso es mas fuerte que otras monarquías, levantada por el sufragio universal solo, y por eso si ., pudo ser el sufragio universal un • peligro para la monarquía de Sa- J -boya, no -es sino un aliento y unafuerza mas grande para la monarquía de D.- Alfonso XII. A^í soy yo 1 monárquico; así estoy al lado del "féy; así" me hón'fástéís éóñ vúéstrós" aplausos cuando lo dije; porque ciertamente no pretendo yo que aquella demostración extraordinaria y expresiva, si se mira solo á la calidad de mi persona, recibiese aquel aplauso por méritos mios ó por los méritos que me adjudicáis, sino que allí aplaudisteis la encarnación de mis ideas y conmigo penetró en este hemiciclo y en la leJ^lidad y en la monarquía penetró todo el sentido democrático que yo representó, y cuando aplaudisteis, esto fué lo qué aplaudisteis. Al entrar yó, entró conmigo la democracia: ¿cómo és que lo declaráis ahora incompatible con la monarquía? No me importa que, lo declareis3 lo que me importaría, sería que lo fuese; porque si el sufragio universal es . incompatible con la monarquía y también con ía propiedad, lo es también con .toda organización social; pues que el señor presidente del. Consejo de ministros lo considera Incompatible hasta con la propiedad, y lo ha declarado incompatible no menos que con el derecho de propiedad, con la existencia de la propiedad, que es una de las bases fundamentales de todo Estado social en los pueblos antiguos y modernos, porque si en efecto, fuese el sufragio universal incompatible con la propiedad, por este hecho quedaría declarado incompatible con tQdos los . organismos políticos, dentro.de los cuales debiera contenerse la vida, pública, y contra estos claman las Repúblicas que viven del sufragio y donde la propiedad es tan respetada como puede ser la mas rigurosa de las monarquías, y contra esto claman el mismo concepto de la monarquía y el concepto de la propiedad. (Se coníimtará.J mmimmm mmmikw m El Constitución a i.. Madrid 7 Julio de 188o. Ir. Direclor de El Constitücional. Estimado compañero: Dejo en el j Congreso doble genle de la que cabe, j Están lodos los diputados y senadoj res; los e.\-dlpulados, muchos dipio■ máljeos, y sobre todo un ramillete de i mujeres capaces de producir una crí1 sis en la mismísima Rusia. Desde muy temprano habia co¿ü en j la borja de la tribuna pública y se ¡ pagaban los puestos á 4 y 5 pesetas; casi tanto como una contrabarrera en corrida de Beneficencia. Ni el calor sofocante ni las noticias del cólera, ni el cansancio de una legislatura tan larga, ni el que oigan un día y otro día El Noticiero y r /tyocaque Castelar nóvale ««^ nada, en fin, ha detenido ía^eni* han querido oir una vez al ^¿ orador del mundo al incomparable Gástela r. Há' empezado diciendo que no ve nía esta vez en. busca de^alardes^ arlisla,:y que iba áser sobrio y 0flïvy entiendo que el discuta .qUe todavía no ha concluido es el inej0r de \qY proTonciados' por el intü^ republicanp; el.de más inlencion política, y el que ha resultado de más violenta y positiva oposición de cuantos hemos oído. ¡Qué campanillazos el amigo Toreno; que flMtór los cü neros de Rome. ío y Cánovas, que de rumores enfo. dos los lados de la Cámara; y.... qoe sudar caballeros! Caslelar lo ha disculido lodo; las instituciones, la revolución, los moluies. Se -ha-cebada- contra- -Cánovas ha lr¡ tu radó á: Romero , -ha despedazado á D. Genaro, y no ha dejada tí. tere con cabeza. « Jamás se vé más .próxima una caíástrofe: nacional, como cuando mandáis vosotros; » id « Jamás se siente lanío rubor en el rostro como cqando legisláis vosotros.» _ .«Jamás está tan cerca Ja j'epública como con vosotros. » «Jamás el patriotismo anda tan alarmado como cuando estáis vosoIros ahí. » Por este estilo, y unas veces con la lógica mas inflexible y "otras con la elpcyencÁa. mas, arrebaíador.a.v-y-SÍeinpre con la frase acerada é incisiva, ha leñido Cásteíar aterrado al gobierno durante tres horas, y caldeándola atmósfera y los ánimos de una Cámara que se sentia orgullosa: de .oir axiuellas maravillas. . v: En fin es Castelar honra., espaíioia y yo francamente me, olvido de lodo cuando le oigo. Fuera de este acontecimiento, el dia se ha pasado pensando y hablando de Aranjuez y Murcia y Valencia, donde la muerte ha sentado sus reales, y sigue sembrando el luto por toda la redondez de España. Se ha suscitado la cuestión de inoculación Ferrán y sus enemigos no cejan en buscar cualquier futileza para hundirlo. ; El sabio D. Genaro ese soldadote como le llama el Moti n que no entiende mas que en cosas de saslrerio ha suspendido la órden de vaconar las Iropas, sin mas razón que por que sí. El Dr. Ferrán ha escrito defendiéndose de las injurias que por m ruedan sobre las hermanas de la caridad, en lo que no hay una palabra de verdad. Se habla de los firmes propósilos de Romero de salir del ministerio, f algunos insisten en que estas Corles son las últimas do Cánovas, y esta semana, la última de la legislalura. Mañana, hablará Sagasla, de cuyo discurso se esperan muchas cosas.