JfñOf 4- pesets. LA DEPtNS tttucíón do íundaaiantos peco domoerótico:? y que responde por hoy á lo que do eüa ¿o pudiera osperar. RealDftente la mayor parN do loe Jurados no est '0 ú la altura debida para coadyuvar á la Admíüiairación de la Juslicia. Dof-hí frecuentes resolución que están en completa pugna con la Ley. Si integrasen el Jurado, las perdonas sensatas, independientes, de compatenta ilustración, perfectamente, pero esas abandonan esa deber, en otrasque por escasez da lucas ó por cualquier otra causa resultan poco menos que irresponsables. En una comunicsción procedente de Salamanca, se estima la pérdida de las cosechas en aquella provincia, por causa de la horrenda tormenta que arrasó aquella feraz comarca, en dies y ocho millones de pesetas. ¡Nos parecen muchas pesetas! En la relación detallada que se da por pueblos, resultan muchos con quince, veinte y hasta treinta rail fanegas de cereales perdidos. Aunque la tormenta se haya desarrollado en los ochenta kilómetros que dice, y aun suponiendo grande su amplitud, re sulta que cada hectárea iba á producir más de mil pesetas. Si so comparan esas cifras con las suministradas por los respectivos municipios en el último quinquenio se vería bien palpablemente que hay en aquella suma de millones mucho de fantástico. ¡Quizás, suprimiendo un cero de la derecha nos acercaríamos á la verdadera cifra! ¡Se exagera mucho en estos casos! Dice nuestro querido colega «El Henares» íjua ciertas aspiraciones del Magisterio, si iegítimo en parte, son también en parte exagerada?, pues si se estima que el sueldo mínimo de un profesor de 1.* ensefianza no debe sor inferior á mil quinientas pesetas; y á eso se puede aspirar con cuatro años da estudies solamente, los que necesitan diez ó doce más para los suyos, ¿que retribución deberían tenai? Por lo menus el doble. Tiene rszón nuestro colega; un párroco por ejemplo debería cobrar esas tres mi! pesetas y no mil ó menos como hoy cobra. Y ambas misiones creemos que son de absoluta precisión y necesidad y no e;.íá la una por enci. ma da la otra, pues ambas son la base y fundamento de la sociedad, á desarrollar. Por nuestr a parta desearíamos que unosy otros alcanzason el límite racional y lógico de sus aspiraciones, pero á unos y á otros las exigiríamos en cambio no solo suficiencia, sino moralidad porque la enseñanza da unos y otros, sin ejemplo, no pueda aprovechar absolutamente para nada. Los precios de las subsistencias siguen en increíble aumento y creando conflictos en todas las partes. Prevaemos que al final va á ser la declaración del boycoiage á los desaprensivos industriales y que pare la cosa en eso. ¡No se puede jugar con fuego! Cáiiiio. Se admiten uno ó dos huéspedes en la Calle de Villegas número once, se gundo, Sigüínza. Según aparece en El Imparcial, «una de las empresas mínelas que estaba á punto de presentar suspensión de pagos meses antes de estallar la guerra y que necesitó la inílucncia de un conocido político para recabar un crédito en el Banco Hispano Americano, viene obteüiendo desde entonces un beneficio líqu'do diario de doscientas ochenta mil pesetas. Y á tenor de esta cifra puede calcularse lo que ganarán todos los demás grandes mineros». Pues por esos beneficios fabulosos que esas empresas y otras análogas están obteniendo desde la guerra, no tributan una sola peseta. Para eso están, claro está, los empleados, labradores, pequeños comerciantes, etc., etc., sin que puedan protestar de esta injusticia porque ello es contrario al orden, encarnado prin- } cipalmente en'esa gente que hace acopio de j millones sin trabajar y además no tributa... ¡ Algunos que de ardores adolecen de la ausencia de Nihil se prevalecen. Y aquella pluma en la censura ducha, mucha falta está haciendo, mucha, mucha, que hay quien se olvida de encarnada letra y en cierto sitio á meditar penetra, y quien llevando á mano algún paquete en cierta casa á recortar se mete. Y eso es que del rubor rotos los lazos no les contienen ya los fogonazos. Una pobre viuda, doña Carmen Aguilar, residia en Madrid, nada menos que con siete hijos, en una situación verdaderamente lastimosa. Días pasados salió para Zaragoza con la esperanza de que en un asilo de la capital aragonesa ingresaran seis de sus hijitos, lo que no pudo conseguir, porque según la dijeron en aquel benéfico establecimiento, no llevábala documentación en debida forma. La desgraciada señora tomó el tren hasta esta ciudad para trasladarse á su pueblo, Molina de Aragón, y como no había adquirido billete para una niña de cuatro años, al llegar á esta estación, la puso el revisor á disposición del Juzgado en vista de que carecía de dinero para abonar "el billete doble desde Zaragoza á Sigüenza, importante 24 pesetas. Cuando el Juzgado practicaba las «portunas diligencias se presentó el pintor de historia de esta ciudad D. Benito Palacios, quién enterado de tan triste suceso pagó en el acto las 24 pesetas, devolviendo la trenquilidad á aquella desgraciada mujer, que' lloraba sin conduelo su infortunio y sus amarguras. El rasgo de bondad del Sr. Palacios merece ser conocido; porque un acto de caridad así ejecutado, con personas desconocidas, seda como el Ave Fénix1, cada muchos miles de años. Conforme los tahonero» ponen ya e: precio del pan más de cuairò caballeros la paja de sus sombreros por sustento' tomarán. Si pronto con. la rebaja no viene el Tío Pa:o amiga y toáo entra al punto en caja por buena darán la paja no teniendo á mano el trigo. y;;i.-C ISji Bajo el epígrafe de ¿Hombre prevenido..." escribíamos en nuestro número 43, correspondiente al día 18 de Marzo, un artículo en eí que hacíamos referencia á lo necesario y factible que sería en esta ocásién alcanzar de. los Poderes. -públicos, concedieran á esta Ciudad: una de las Zonas ó Cajas de recluta, de las 108 que se van á crear de nuevo en la península. De nuestra advertencia se hizo eco " nuestro estimadísimo colega "El Henares», de esta ciudad, y nosotros al dar las gracias al citado semanario por las frases laudatorias que dedicó á nuestra modesta iniciativa, repetíamos, que tendríamos presente tan beneficioso como interesantísimo asunto para cuando las I I '.zúhl&tz íhsi/fci '.hila sliüOl-r- Cámaras legis'adoras dieran cima á la aprobación de las reformas milftares. Fieles á nuestra promesa y heraldos siempre de cuanto á este pueblo y á su región pueda ser beneficioso, damos hoy la voz de alerta, de que las reformas militares que ya han sido aprobadas en toda su extensión y que ha llegado el mo' mento oportuno, p.?ra que nuestro representante en Cortes, nuestras autoridades locales, las fuerzas vivas de la ciudad y como base fundamental nuestros diputados provinciales, se pongan en movimiento para solicitarlo y no descanse nadie hasta conseguirlo. Y hoy volvemos á repetir, lo conveniente que sería, que nutridas representaciones de todos los pueblos de esta comarca y el vecindario entero de Sigüenza, suscribieran una exposición, y que una vez garantizada con millares de firmas, dicho documento se hiciera llegar á las altas esferas oficiales y á ser posible entregar esa exposición en manos de nuestro joven soberano que tanto anhe lo siente por e! bienestar de sus súbdites, como por la prosperidad de sus pueblos; y á buen seguro que ignora la situación angustiosa y decadente de esta histórica ciudad, merecedora de alguna protección. Deben encargarse de ser portadores de dicho documento, nuestra corporación municipal en p eno, una comisión del cabildo catedral presidida por nuestro ilustrísirao Prelado, los diputados provinciales, el alcalde de cada uno de los pueblos más importantes de esta región, representaciones del comercio, agricultura é industria de esta ciudad y los directores de los dos semanarios locales» yendo al frente de tan brillante representación de las aspiraciones de la región, ei senador Sr. übierna y el diputado del distrito Sr. Abril y Ochoa, el cual ha tenido parte activa en la discusión de esas reformas militares. Y si elocuente y ardorosamente defendió el día 12 de Junio en la sesión del Congreso, que la provincia de Gua dalajara siguiera adscrita á la Capitania General de Madrid, aduciendo para ello la proximidad de Guadalaj'ara á Madrid, y enumerando los inconvenientes que de ser adscrita á la de Zaragoza ocasionaría para fines orgánicos y estratégicos, debe ahora reconocer el Sr. Ochoa, que si Guadalajara era sitio central y estratégico, no debe serlo menos Sigüenza que tan próxima se halla dé la capital de la provincia y tiene ferrocarril en la misma vía, y al quedar nuestra ciudad bajo el mando militar de la Capitanía de Zaragoza con más motivo por hallarse Sigüenza más próxima á la capital aragonesa que Guadalaj'ara. . Pero principalmente no debe olvidar el Sr Abril y Ochoa, que en la provincia de Guadalajara hay pueblos necesitadísimos de que se les faciliten medios de vida y entre ellos está, el que él representa en Cortes; y si tan ardorosa mente él defendió la enmienda para que esta región militar siguiera perteneciendo á Madrid, debe también con el mismo ardor batallar para que en Sigüenza quede establecida una Caja ó Zona de reclutamiento, pues así y no de otra manera se hace un diputado acreedor al respeto y consideración de sus electores; y esta es la ocasión mejor, para poder realizar aquella frase que durante el día de las últimas elecciones S2 asomó á sus labios, - YO TENGO QUE HACER ALGO POR SIGÜENZA, YA QUE HAS¬ TA HOY NADA HE HECHO Pou ELLA, Nuestro deber y la promesa que hici. mos de recordarlo en tiempo oportuno es'án cumplidos; veremos ahora, si los encargados de velar por la vida é interes? s de nuestra ciudad y principalmente el Sr. Abril que ostenta 1? repij^Q. tación del distrito, saben cumplir con el suyo, y no se dan punto de reposo hasta conseguirlo; pues si bien lo que sa va á pedir es una nimiedad, comparado con lo mucho que necesitamos para volver á engrandecer á este histórico pueblo no por eso ha de abandonarse, pues bueno es ir cimentando, y aunque los cimientos que hoy tratamos de abrir sean pequeños, ¡a constancia y desfuerzo colectivo pueden agrandarlos, y luego ir construyendo en mayor escala, pues debemos todos pensar en que la mayoría de las veces, las más pequefias causas producen grandes efectos, yá que estos se produzcan debemos encaminar nuestros pasos y poner á contribución cada uno sus emergías. D. José Abril y Oohoa tiene la palabra, y las columnas de LA DEFENSA á su disposición para hacer púbdeos sui propósitos en Un vital asunto para la ciudad que representa. No olvidamos tampoco que el ilustre sei.ador por esta provincia D. José A. Ubierna. que tantas pruebas ha dado de cariño á Sigüenza nos ayudará á conseguirlo. Cica Antón. De re literaria Hotos Vihkwt Aunque estuviera desposeída de otro mérito la labor de Antonio de Hoyos Vinent, tendría para nosotros el inapreciable valoj de fu constaniia, de su prolífica virtud. Es el caso de Hoyos Vinent particularísimo en la literatura contemporánea, ya que moviéadose en una órbita de concepciones, sino reducida, demarcada en su ambiente de exotismo pasional, no yu no aburre, sino que deleita en loa primores descriptivos y sugiere en cada obra suya un encanto más para el lector. La fecundidad literaria tiene un límite, si no definitivo, por lo menos provisional, hasta que broten de nue/o las fuentes inspiradoras. Todos hemos conocido los momentos de aplanamiento de algunos escritores, que no queriendo dar tregua ni descanso áau pluma y á su cerebro, cayeron en la monotonía y en la repetición. Antonio de Hoyos y Vinent es única excepción. Su continuada producción corre parejas con su pasmosa é inexhausta fuente ideológica. Nunca mejor que aquí la vulgar paradoja de superarse á sí mismo. Cada novela suya, engarzada con el estilo brillante y pulido de bu estro, es una afirmación de su progresivo numen. Sobra la labor periodística, casi diaria, artículos de colaboración en revistas y publicaciones y original solicitado por Empresas editoras. Hoyos y Vinent echó sobre sus espaldas la carga honrosa de sostener solamente con su nombre el prestigio de unasección literaria en el catálogo de la ilustre biblioteca «Hispània». Así apareció al público la «Coleceión Llamarada*=3»t(La3 novelas de la pasión»=»que apadrinaba dicha Sociedad editora. Y es ahora cuando sale á luz el séptim» tomo de dicha colección, sin que desmerezca en nada de sus primogénitos. La tarea era ardua. Nc se trataba de una sencilla reimpresión de obras de un autor, ni siquiera de una simple edic ónde trabaj' S coleccionados. No; era cosa de mayor empresa. El objeto á que aspiraron de consuno Hoyos Vinen'. y la biblioteca e Hispània» era el de dar al público una serie de obras inéditas, que bajo tan amplio subtitulo como el d«