72 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD GEOGRÁFICA blos. Cuéntanse en uno de los edificios de Uxmal, la ca^a llamada de las Monjas, cinco cuerpos con un total de 88 habitaciones, pudiendo, según Morgan, acomodarse en cada uno de los cuatro principales cuerpos de 600 á 1.000 personas: en una sola construcción de Tarasco hallaron holgado alojamiento Cortés y los suyos, que sumaban algunos cientos de hombres. Unido al edificio de Uxmal hay un gran patio: en Tabasco hemos visto una cosa semejante. Ceso, por no pecar de prolijo, en estas comparaciones, que, siempre con igual resultado, podría extender á otros monumentos, dentro y fuera del Yucatán. Por otra parte, la comunidad de lengua, caracteres físicos y costumbres entre los yucatecas y los chántales del Grijalha, hechos todos que constan en varios puntos de este trabajo, convencen de que unos y otros, sobre pertenecer á la misma raza, en el primer cuarto del siglo XVI recorrían una misma fase de la evolución. En consecuencia: si los yucatecas, dentro del grupo de pueblos que levantaron tan interesantes viviendas, representan, no exclusivamente, el mayor grado de perfección» preciso es asignar á los tabasqueños el mismo puesto en la escala. ¿Qué valor tienen para la Sociologia esos monumentos? Sigamos en sus conclusiones al Sr. Sales y Ferré (1), aceptando para los indios que nos ocupan, sólo aquellas que estén confirmadas por los datos ya por mí expuestos y que he ido á buscar en las fuentes originales. «En estos vastos edificios, copio al Sr. Sales, vivían un gran número de familias, sobre el pie de la más completa igualdad, siendo esencialmente democráticas las instituciones por que se regían. Cada lugar componía una comunidad independiente y autónoma, con su consejo de jefes á la cabeza, la cual autonomía conservaba siempre Desde luego, su extraordinario tamaño (el de los edificios) nos pone de manifiesto el principio de la comunidad de vida entre familias parientes (2)». Afirma el propio escritor que los cons- (1) Tratado de Sociologia, vol. 2.°, págs. 235 á 360. (2) Idem, id., id., pág. 236.