La Guinea Española aproximadamente los efectivos del ejército, guardia civil, asalto, falanges, requetés, milicianos, voluntarios de todo género, regulares, tercio, rabasaires, y elementos extranjeros que sin cesar entran en España, la cifra de hombres que toman parte en los servicios de guerra, vanguardia y retaguardia, mar, tierra y aire, pasará seguramente de los 2 millones de hombres. Para una guerra internacional, se moviliza de primera intención un diez por ciento de la población total, o sean 22 quintas, sin perjuicio de seguir llamando más gente. Una movilización de hombres de los 18 años a los 40 daría en España 2 y medio millones de soldados, pero en la actual guerra civil, el número de participantes es mucho mayor, como puede comprobarse por fotografías en las que aparecen mezclados hombres y mujeres desde los 16 años hasta una avanzada edad. Tampoco se sabe ni puede haber cálculo respecto de lo que cuesta esta guerra a España, sólo basta pensar que una bala de fusil vale cerca de un real y las grandes bombas de aviación cuestan hasta más de mil pesetas cada una. Así pues, calculando que la guerra cuesta veinte millones de pesetas diarias, es calcular muy por debajo de la realidad y en la proporción de este gasto, tendremos esta operación aritmética. 20 millones x 165 días -3.300 millones de pesetas hasta fines del año 1936, pero el gasto será seguramente mucho mayor. Consideremos ahora la segunda parte de la cuestión pensando en la España que nos interesa. Frente a este ga ^to fantástico, nos preguntamos si se puede permitir que en el antiguo Parlamento se pasasen días y semanas por votar una mezquina cantidad para paro obrero, y no pocas veces se produjeron crisis políticas, por no votar cua'ro reales para la construcción de una carretera. Era menester que en España abrieran los ojos a la realidad, ahora ya han visto lo que es una realidad amarga; ¿qué dirán ahora esos señores mil veces millonarios que ante una catástrofe pública daban 25 pesetas para la suscripción? ¿Cuánto no tendrán que perder ahora? No es solución el hacer las maletas y emigrar con fortuna en la hora de Ja adversidad pues hay cosas que no emigran, como son los bienes rústicos y urbanos, la familh, la patria; porque en manos de unos o de otros, la patria no emigra nunca. En mitad del camino les sale al encuentro el programa de Falange Española que con sus 27 puntos cual centinela de las bases de la cristiandad, les gritan ¡¡el que no trabaja no debe comer!! esto lo dijo Cristo, y lo recoge Falange Española es la palabra del eterno Dios; ¡¡ganarás el pan con el sudor de tu frente!! darás a los pobres lo superfino ¡¡desea para los ^tros lo que quieres para ti!I etc. etc. La España Nacional— Sindicalista, cristiana por excelencia, nos unirá a todos en estrecho abrazo, Benavente en su teatro, Cajal en el Laboratorio, Falla en la música, Guadalhorce en sus proyectos, Cierva en su invento, Franco con í?u espada vigilante, el sacerdote en el templo, el legislador en la academia, el minero en las entrañas déla tierra, el zapatón* a sus zapatos, el barrendero >u su trabajo y sólo así evitaremos que la Patria se desgarre una vez más. No se puede consentir que en una sociedad llamada católica y cristiana (palabras de Gil Robles en el Banco azul) la gente se muera de hambre, mientras en los hoteles de lujo se tira la comida a los perros. Y aparte de estas consideraciones, sacadas de los enseñanzas de Cristo, de las Encíclicas del Santo Padre, y resumidas en los 27 puntos de la Falange Española, vamos a hacernos una pregunta. El trigo que España producía y que constituye lo más fundamental de nuestra riqueza era de 45 millones de quintales que al precio de tasa de 47 pesetas, valía 2.115 millones de pesetas, ¿tendremos trigo abundante en España la cosecha próxima? Hago esta pregunta porque las desgracias no van nunca solas, y la hago porque recuerdo después de la revolución rusa, que ia comisión de socorros presidida por el Doctor Nansen, tuvo que mandar a Rusia con toda urgencia 470 barcos cargados de víverc s, para evitar que el hambre acabase con la raza de aquel país. Después de una guerra civil de carácter social, viene una época de hambre, lo hen os visto en todos los sucesos de la historia, y lo de España no es aislado episodio, es la ley general. Con cantos a la bandera, y versos al valor del soldado no se ganan las guerras; las