EL ABOGADO DE PERIÓDICO SEMANAL Y LITES ARIO. Año 2.° Núm. 4 o. SECCION 150CTISi^.4.I.. C©a§eJos á. los padres de faml láa soljre la eáaeaciosi de sws IsIJos. [Conclusión.) Atendido lo que llevo indicado relativamente ál concepto que debe formarse de todo profesor, y á los motivos que sirven de base á las operaciones que este practica en su escuela y hace practicar á sus discípulos, desde luego se comprende que es una temeridad, por no decir otra cosa, la pretensión de los que no versados y poco advertidos en asuntos de enseñanza, se entrometen en ellos con ánimo de dictar disposiciones arbitrarias, no ajustadas ala razón, y cuyo cumplimiento, aun suponiendo que fuese conveniente en la educación ó enseñanza doméstica, no lo es en la escolar que se complica con la multiplicidad de educandos y con la diversidad de cualidades que estos poseen. Concretándome á las exigencias atrás mencionadas, que para compromiso del maestro se le presentan con demasiada frecuencia, ¿quien por cortos que sean sus alcances no conoce á primera vista que es imposible que un niño llegue á saber poner bien un escrito, si al efecto no recibe las adecuadas instrucciones? Hscribir bien una carta ¿qué otra cosa es sino la aplicación de los principios del arle de bablar en la exposición de uno ó de varios pensamientos determinados? ¿Y qué aplicación puede hacerse de lo que se desconoce absolutamente? No nos cansemos, sin el conocimiento de la gramática no es posible manifestar de palabra ó por escrito nuestros pensamientos, con propiedad y de suerte que todos los entifpdan. Otro tanto puede decirse con relación á la aritmética: para resolver los cálculos mas comunes y tan variados que nos ocurren en el transcurso de nuestra vida, no hay bastante con haber aprendido la ejecución práctica de alguna que otra operación fuera de Ja que ya no sepamos á qué atenernos; sino que son menester reglas fijas y aplicables á todos los casos que se nos ofrezcan. La reunión de estas reglas con la demostración de los principios en que se fundan, constituye lo que se llama aritmética, y por consiguiente ha de estudiarla por necesidad quien se propone habilitarse para en cualquiera negocio calcular con acierto. Antiguamente había en las escuelas la costumbre de formar cada discípulo un cuaderno de cuentas, en que se iban copiando resueltas todas las que el profesor proponía, pero sin esplicacíon ninguna mas que h que arrojaban de sí Jos números, que á vuelta de poco tiempo venían á ser mudos en toda Ja extensión de Ja palabra para Jos mismos que Jos habían escrito, y de cÍQ"una