6 NUESTRA HOJA espiritualidad hemos de llevarla a todos nuestros semejantes. Se hace indispensable una gran adhesión a la Iglesia. El que no es buen hijo de la Iglesia no lo es de Dios. Por eso la adhesión y la obediencia al Pontífice podríamos decir que son una continuación de la vida de piedad. Debemos imitar con respecto a los Poderes públicos la admirable conducta de la Iglesia; todo el respeto, el máximo respeto para ellos. Nosotros no intervenimos en política. Nos interesa solo ir cuanto antes a la ciudad de Dios. Estudiad bien la actuación de la Iglesia española en estos últimos tiempos. Ha predicado y practicado el respeto a las autoridades y ese respeto se ha pagado con expulsión de sociedades netamente españolas por la única y sola razón de un voto espiritual con respecto al Papa. Y yo os digo, jóvenes católicos, que hemos de alzar nuestra protesta más firme y decidida ante los Poderes públicos y ante el Parlamento y decirles que si se pierde la ciudadanía española por un voto de obediencia a! Papa, la ciudadanía de la Juventud Católica está a disposición de los Poderes públicos. (Grandiosa ovación que dura largo rato ) Hombres de acción Mas no tenemos bastante con la piedad, es preciso desarrollar el estudio y quisiera convenceros de que el hombre de acción no es el que va y viene, el que organiza, el que habla, es el hombre de ideas, ya que en nuestros semejantes vivimos por nuestras Ideas. Hemos de ser hombres de acción en todo momento. De otro modo no seríamos Acción Católica, ya que ésta no busca la propia perfección, sino como arranque para la perfección de los demás. La acción Católica no debe ir a la política, pero cuando la política llega hasta el altar nosotros tenemos que ejercitar un derecho de legítima defensa. No toleraremos que la política atropelle los derechos de la Acción Católica, y, por tanto, de la Iglesia. Os invito a que en cuanto se pueda, porque hemos de movernos siempre dentro de la ley y sin salirnos de ella, os suméis a las grandes campañas revisionistas. No necesitamos, ni queremos, ni debemos utilizar más armas que las legales. Propaganda, votos. Sería una vergüenza que en las próximas elecciones legislativas no tuviésemos representantes en número bastante para borrar no un artículo u otro de la Constitución, sino todos los artículos que avergüenzan a los españoles y a España y toda esta nuestra actuación, movida por el amor y nun-