NUESTRA HOJA Continuación del discurso del Sr. Taboada. Respetos humanos Estamos rodeados de un ambiente de indiferencia en pugna con nuestras convicciones, y adecuado para la siembra de propagandas disolventes. El sectarismo y la masonería nos cercan en plena ofensiva. La cobardía es general. Muchas gentes, siguiendo las indicaciones de los llamados «espíritus fuertes», no quieren exhibirse y dar la cara por Cristo. Es la familia, la escuela, la Iglesia, todo lo que se ataca, pretendiendo ilusoriamente destruirlo. Nosotros, que debíamos ser defendidos, tenemos que defender y amparar para no perecer ahogados en el ambiente malsano de la sociedad modernista. Es la hora de la Juventud Católica. Es la hora de actuar. Trabajemos sin temer a los jóvenes «prudentes» que vergonzosamente reservan para el templo o para la intimidad de sus hogares la fe y las convicciones religiosas^ como si constituyera un baldón el titularse católico. Abandono de pesimismos Los que estamos resueltos a colaborar en la magna obra de dilatar el reino de Dios - escribió un párroco catalán - siempre debemos ser optimistas. Si los Apóstoles no lo hubieran sido, Jesús no los hubiera escogido para la grande empresa. Jesucristo nunca se presentó pesimista. Hablaba de su pasión, de las injurias de que sería objeto, de su muerte, pero enseguida alentaba a los suyos, anunciándoles su resurrección... ¿Podemos ser pesimistas nosotros? Para ello sería preciso dudar de las palabras de Cristo. Hemos de sufrir mucho, pero no importa. Por haber sucumbido los cristianos durante tres siglos en el martirio, han vencido al mundo. Miremos a la Historia y al ver las tempestades por que atravesó la Iglesia, por fuerza habremos de exclamar: ¡adelante!, ¡Dios lo quiere! «El porvenir de la sociedad - decía el Cardenal Mercier - depende de la actividad y abnegación de todos los hombres de buena voluntad. Lo que nos ha de salvar son las obras: obras de todas clases; de enseñanza, de Prensa, Sindicatos, mutualidades.