ANO Vl.--Núm. 1.884 . ■ PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN .1, ,¿ •¿tígo,unn,es. ........ 1 ptas. - ■ ' Fuera, un trimestre 4 » ídem, un año... . ... 16 » Ultramar y extranjero. ..... 9 » El único periódico que se publica todos los días en esta capital, es ■ ...--:- EL. PROGRESO -:-:- .-: ^ ^ *• -■- ' -.-■•• • ■ ■ ■ . ■■.-•... • *. ■•• *, i r\ *■ ■ ■ \y ■ ■ LUGO: Lunes 8 de Diciembre de 1913 ■ ADVERTENCIAS Director: D. JOSÉ CAYOSO CASTRO ■i,".' | ( ! ; \ '"•■ ■■ áRl Anuncios y reclamos a precios convencionales. La correspondencia al administrador. No se devuelven los originales. Redacción, Administración e Imprenta ... de EL PROGRESO: ' - ■ .. • . :-: Calle de Manuel Becerra, 4, :-: m Administrador: D. ÁNGEL GARCÍA Y GARCÍA Actitud digna La cuestión planteada por los herma-; h'ó:s; Ma'nnestnann es de indiscutible importancia y obedece al concepto que para algunos extranjeros merece España. Por ''. esta vez', afortunadamente, la actitud altamente incorrecta de los negociantes alemanes encontró en los órganos de la opinión española, dicho sea en honor de nuestros herniados mayores y menores deí periodismo, una respuesta digna. ' Los diarios madrileños, acogieron las r ''cartas deJósMármesmann con una frialdad agresiva y supieron rechazar con íe•'vántadas frases las proposiciones y amenazas, formuladas por esos hombres aventureros que no sesabeeomo aparean ¡mudos desde. . hace algunos .años a: ese fatal problema marroquí, .estorbando Joda tranquila negociación y surgiendo, ¡ahora;:, como oficiosos mandatarios de. upas tribus en guerra con nosotros. Por esta vez, el .espíritu del -hidalgo1 inmortal, .inspiró a los españoles todos,;' una noble y gallarda actitud. Frente a las; apreciaciones 'brutalmente, ofensivas de; los Mannesmann, y sobre todo a su equivocada manera de entender los tratados y de apreciar la situación de España en. Marruecos, esa actitud no podrá ser distinta de lo que fué. -'Suponemos que no insistirán en esa proposición de paz -los manejeros de los rebeldes.- '- - ■ ■- i'J. ÉL ASUNTO DEL DÍA .■\\Y. Uiniáífi —¡La despediré a usted! — gritó.— ¡Y no la pagaré su quincena! — ¡Lo veremos!' —repuso, tranquilam nte la diva, Y marchó, apenas se hubo cambiado de ropa, al sindicato de artistas de «music hall< Este se ha encargado de defenderla y ha manifestado al empresario que si despide y no paga a miss Grace, se le; declarará la huelga y tendrá que cerrar el Palace Theatre. ^ . '_- -.: '. ■ tí) • • El conflicto obrero . . . ■ ; ■ ■ ; Sigue en pié el conflicto planteado por los obreros del Arsenal. En Ja fábrica de la luz eléctrica prestan servicio fuerzas de la Armada, destinadas en los buques de guerra. ... Los campesinos, debido a la protección de la benemérita, concurrieron al mercado en mayor número. Se. ha celebrado un mitin en el Centro Obrero, no ocurriendo incidente alguno.. Todos los oradores abogaron por el paro generai, acordándose solicitar el apoyo de los obreros ingleses. Diariamente se. celebran reuniones, si La comisión. de huelga recibió de Madrid, Barcelona y otras capitales, comunicaciones ofreciendo su apoyo a Jos huelguistas. un espacio ñ VERSOS EL CASTILLO DE SIMANCAS i : En la quietud de la campiña verde se levanta sombrío y milenario, y el monótono son de un campanario tras las cumbres inhóspitas se pierde. Cae la tarde. El crepúsculo derrama sobre su ingente mole pensativa, el oro de su luz, y es una llama roja en la piedra secular y altiva. - Cosas del •- i - Ayer hablamos dé lá' actitud de los: chicos dellnstiMo-dé Ltfgo; y hoy, que: .apenas si quedan más. de.:media-;docenai en la capital, pues todos salieron para: sus casas adelantando las vacaciones de; Navidades justo que- digamos- algo de • otras cosas de nuestro primer centro docente. La huelga planteada anteayer fué secundada sin vacilación por todos los escolares de todos los grupos del Instituto; por todos los grupos, menos por uno. Uno hubo que, sin dudarlo, entró en su totalidad en. una sola clase. No diremos cual. Entraron los escolares porque — "¡cualquiera le falta a D. Fulano!— según decían ellos. ¡Ah! ¿¡Luego pueden los profesores hacer que los alumnos entren en las aulas!?... ." . . Omitimos deducióñes. Hágalas él lector corrió Jé venga en gana,' -o según de. su agrado sea. Nosotros, ños 'Limitamos:. -a, consignar el hecho 4e, cuya exactitud respondemos. Se nos 'ha hablado de molestias, de celos1 entre' algún' catedrático por las di-' -ferencias en él proceder- dé los alumnos para .con ellos. Se.nos ha llegado a.decir: algo así como intención de correcciones, disciplinarias... .ifjSia ')[ . ¿Pará'íbs álumlhbls?'.v.ríNúrrca! Sería-; : :rnos'-los: primeros en ; : oponernos á ellas; con iodo él. rigor, dénuestras plumas-. Jios chicos no tienen la culpa ,de. lo queoeu-; rre. De lo dicho se infieren ... á íUlyino. i ■ ■ - . iéi ■■■■■m' ■■'■■ nunisn I; JCTRIGES | i r i y.na ¿'ya yanqui,' rrííss Gíácé La Rué. ''quehá'iíécho-popular en Londres e\- « cou-; plet You made me love» (usted me ha -'Obligado armarle), disgustóse hace va-! ^°.f dias^.cori .. el .-empresario del Palace Theatre, donde actuaba." ' El empresario la dijo qué si tío seguía: actuando la llevaría á los Tribunales por ^ncuinpHrnie.rjto de contrato... ■;. :; . La orquesta comenzó a tocar Ja mú-: sica del «couplet You made mélové». Pero ella,' éñvez" decantarlo, gritó con; -todas sus fuerzas: >■;.. üLsosüeI ¡.¿¿H —Público querido, tengo ¡ que hablarte:,; ' ' " ' Los músicos, 'estupefactos, .dejaron de tocar y los 2:000 espectadores que llenaban el teatro guardaron un profundo silencio..- .J -,...... .., ..r..; Miss Grace, entonces, contó" que se! . había peleado. con su' empresario á causa ae una canción' que éste quería obligarle a cantar.- - ■ "' ■ • :t: . : ; Puso al. pobre hombre como .un trapo, y concluyó excitando al-público. a= defenderla. " r. k?-S ^.P^tadores la aclamaron." uMiss- Gface :reti'rósé?::satísfecha, sin "^oer cantado; . Encontró, en las cajas, al empresario Sue>;enfurec?do} ..sejnesaba los cabellos, j DE LA YIDAMADRILEÑA _ _ EL PADRINO DE LA NENA A todo el que el jueves por la mañana fué a los Cuatro Caminos le sorprendió el sinnúmero de corrillos que formados por las vecinas del populoso barrio comentaban a .gritos y con .ademanes descompuestos la venta de una niña-- g . ¿La venta de una niña? Sí, señor; eso decían las indignadas! comadres, que con toda clase de deta les relataban una escalofriante historia.- '-■<■- ¿LA MERCANCÍA La niña de cuya venta trataban ante-, ayer es hija de un obrero que con su jornal atiende a. la- manutención de seis hijos. -' - , Martina, la protagonista de esta historia, tiene seis años; es avispada, pizpireta y bonita. Ante la puerta de su casa, en la calle de Jaén, oía impertérrita las conversaciones. Con una muñeca, en los brazos paseaba, dando envidia a sus .amiguitas, vestida con traje, sombrero y abrigo de última moda. La chiquilla se sabía muy bien el papel y se contoneaba, dándose aires de; gran señora. —¿No te dará miedo marcharte con ese seéor? — le preguntó una compañera. V —¡No! Mi padrino me quiere mucho y no me hará nada malo. En esto asomó el padre por lá puerta y se produjo un fenomenal escándalo. —¡Fuera! —¡A la cárcel con élí — ¡Vamos a arrastrarle! —¡Que le quite esa ropa a la criatura!' —.¡Fuera el «chapiri»! r>:T7-.¡f?uera! ¡Fuera!^— clamaban centenares-1 de mujeres all.í-reúnidas. ■ - ■-. En vista de que ni con la presencia' de los guardias se apaciguaban los áni-; mos tuvieron los padres áe la. chica que proceder a cambiar de ropa. '- Entonces cesaron los gritos y las" comadres esperaron la llegada del automóvil, dé no sé cuantos cientos de caballos, que había de llevarse-a Martina. , M COCHE DE PUNTO - ÁJás diez y media de la máñáriá uní coche de punto que llevaba en sus faro- : les él número 26 se paró ante lácááa de la calle de Jaén. En él llegó él padrino; úh hombre como de cuarenta y cinco años, grueso, picado de viruelas, y al decir de las vecinas, médico y residente en Río Janeiro, dónde posee una gran fortuna,' ,E1 comisario del 'distrito, intrigado y ala vez cumpliendo eon' su obligación por si se trataba de algún hecho delictivo, interrogó al obrero, que medroso le ex-puso, el caso. -^Térigo gran pesar al separarme de mi hijitá; pero sabiendo que mejora de suerte la dejo marchar. ■ No se trata de una venta. ¡Ese nunca, señor comisario! Solamente de que el señor qué se la lleva es sü padrino y posee iíría gran fortuna, que de no .tener él hijos roe. asegura qué. me irá á parar a MartináriCréó que. rió soy mal padre! Ante tales' manifestaciones, que los guardias-repitieron sin. cesar, fueron disminuyendo los .grupos háslá que' quedó la callé desierta/ r ~. Poco;. después salió el padrino solo, subió ai coche y partió. Martina quedó ertJa calle 'de Jaén. Escúchase la voz de otras edades en sus evocadoras soledades; la flauta pastoril allá a lo lejos, y vuela entre las lóbregas almenas, de blando musgo y de añoranzas llenas, una jovial bandada de vencejos. II ■ ' Se abre el portón mohoso y rechinante, y hay en el polvo de los aposentos algo que sobrecoge, un inquietante aroma medioeval de encantamientos. Y hasta en sus calabozos taciturnos, tétricos, misteriosos y callados, parece que se escuchan los nocturnos gritos dolientes de los torturados. Cerca de los estantes, las vitrinas nos hablan de epopeyas peregrinas, de historias y de hazañas inmortales, y cual surgiendo del profundo foso cruza por el recinto silencioso - un cortejo de sombras fantasmales. Til •' :'. I! -. .. Y. en un rincón del lúgubre castillo se adivina el semblante hosco y huraño de un monarca cruel que tiene un brillo en las pupilas espectral y extraño t Dibuja firmes trazos en un pliego que un' cortesano familiar le tiende,. frunce las cejas, impasible, y luego '; éri vengativo júbilo se enciende, iq ^ sntTT,- : b¿ bu- ' \ . 'De tos'agudos garfios afilados - caen las cabezas de los degollados; en una horrible y yerta crispación; ■ '. -. .• .... y en sus exangües labios sin aliento se ve la mueca del postrer lamento y un rictus de iracunda maldición. AD. RIVAS. . un cuerno . ■ - - • Frutos del bien obrar .... - : BacaaBí — I -.: El tren marchaba vertiginosamente. Su férreo traqueteo semejaba ei áspero y brusco choque de las gigantescas vértebras de un • monstruoso reptil que se retuerce y disloca al deslizarse en fragorosas cavernas. Aquel sordo y crujiente . ruido, a las altas horas de la noche, infundía cierto pavor. -Viajaba solo en. un reservado .departamento de primera. Únicamente le acompañaba un .^niño de doce años hijo suyo. La imaginación de D. Guillermo !(que asf se Ilabama el. citado, señor) sé exaltaba ante el recuerdo dé que, días antes, había sido sorprendido, en análogo coche de primera , 'ún recaudador de contribuciones: Un ladrón le asestó una puñalada y le robó la cuantiosa -eaníidad que llevaba. También D. Guillermo llevaba consigo en -su cartera una gran cantidad de dinero, pues iba a comprar una fábrica de harinas. Si en el _ solitario i departamento, aislado dé los demás coches, apareciera ün ladrón, sin dar tiempo a pedir auxilió ¿quién le defendería? ¿aquel niño de doce años? Pero el viaje era largo; había montado en eítren muy de mañana y el sueño le acometía con pesada insistencia. . —Mira, Luisito;— voy a dormir un poco; entreten tiempo viendo los numerosos fotograbados dé estas revistas ilustradas; y si te viene el sueño, despiértame en seguida. No tengas reparo alguno en despertarme, a! momento. . - . , — Bien— contestó lacónicamente el nijío. Y comenzó a hojear una revista. En una de sus hojas se constituía precisamente la escena del robo y asesinato del recaudador de contribuciones de que hemos hablado. El niño se impresionó con el fotograbado, y mucho más al leer en breves lineas el relato del crimen . — ¡Oh!,— exclamaba temblando de miedo. —Si entraran ahora aquí, en este coche,, los ladrones ¿qué sería de nosotros? Asesinarían1 g papá, y le rolarían, y a mí ¿que harían conmigo? :.í. .:'- Y la. fantasía del niño se iba exaltando poco a poco con tan siniestras consideraciones Cualquier extrañó ruido le hacía temblar como un azogado y parecíale ver ya los horribles rostros de los feroces foragidós. Quiso huir del miedo que tenía dentro . de sí mismo tendiéndose en-el asientj y tapándose la cara: con la manta de viaje: que los niños, creen que no viendo ; ellos, no los ve nadie. . :Pero al ponerse horizontalmente, su vista pudo extenderse por' debajo d¿I asiento én que su papá dormía, y le pareció ' ver unos - .ójós. que brillaban en la semioscuridad. El: wm* mismo miedo hizo que se fijase en ellos y Se persuadise de que, efectivamente, allí, tendido, estaba un ser humano, el ladrón temido. Y hasta escuchó una vez una tosecilla seca y apagada. ¿Qué hacer? ¿dar gritos y llamar a su papá? No; eso no. El ladrón, al verse sorprendido, saldría airado de su escondrijo y se apresuraría a clavar el asesino puñal. ¿Quehacer? El instinto de conservación parece que le dio presencia de ánimo. Lo mejor será disimular, levantarse como niño que juega, asirse del aparato de alarma y pedir auxilio. Y así lo hizo. Paróse el tren; el padre de Luisito despertó bruscamente, sorprendido por la parada del tren. Entonces Luisito^ toio azorado y pálido de terror dijo con acento convulsivo y apenas perceptible: Papá, debajo de tu asiento está un ladrón. D. Guillermo dio un saltó; sacó del bolsillo una pistola y, apuntando con ella al sitio que Luisito le había indicado gritó con voz' de trueno: Arroje usted las armas que tenga o al menor movimiento agresivo le abraso. ¡Por Dios, tenga usted compasión dé mí! — dij » una débil vocecita, mientras se asomaba una cabecita rubia, un rostro casi infantil y unos ojos grandes, donde brillaba suplicante humildad. ínterin esta escenase desarrollaba, penetraron en el departamento el conductor del tren y los guardias civiles. —¡Tenga usted compasión de mí! soy un pobre chicuelo que no tiene dinero para el billete, y... ' ' El conductor le asió del brazo para entregarle a la guardia civil. El muchachuelo (que era, en verdad, muy simpático e inspiraba compasión con sus inocentes lágrimas) suplicó una vez más a Don Guillermo se apiadase de él"y' le librase de tan mala ventura. —¡Señor por amor de su niño, tenga us-. ted compasión de mí!— repetía con prolongados sollozos. Intervino en las súplicas Luisito, niño de excelente corazón,. y D. GuillermD. hubo de rendirse ala caridad que. demandaba aquel, chicuelo. . c ,. —Señores: ustedes dispensen lo ocurrido Yo les ruego dejen en libertad a este pobre muchacho..... satisfaré, señor conductor, el importe del billete.. .. No se nieguen a las súplicas de este pobrecito chicuelo.. ¡Siempre es hermoso hacer bien al desdichado! II .: . - . Durante el viaje, Roberto (que así se llamaba el chicuelo del referido episodio) contó a D. Guillermo y. a Luisito la breve historia de su vida. Huérfano de. madre, tuvo que sufrir malos tratos de la cruel mujer con quien su padre contrajo segundas nupcias. Murió su padre, y de tal manera redobló las crueldades la madrasta, que se vio obligado a huir de casa, a montar en el tren de la manera que habia montado, y a buscar en lejanas tierras el.pan.de que en su casa escaseaba y que tan amargado le era. —¡Pobrecito!— exclama Luis al considerar los padecimientos del jóvencito Roberto.— No tengas cuidado; mi papá te protejerá. ¿No es verdad, papaíto, que así lo harás? ¡No: tiene padre ni madre!.. . - — Sí, hijo mío; así lo haré; -le proporcionaré-pasaje para Méjico; le recomendaré a un buen amigo qne allí tengo, y no dudo que, siendo bueno y trabajador, como parece serlo Roberto, se labrará un buen poi venir. —¿Cómo les pagaré a ustedes tanta generosidad? — interrogaba Roberto llorando de gratitud. Queriéndome mucho , como yo te quiero a tí— le contestó Luisito dándole un abrazo y un beso, a los que Roberto correspondió efusivamente con otro abrazo y otro:beso. Aquellos abrazos y besos tenían el carácter de una eterna alianza de mucho cariño fraternal. III Después de algunos años de no interrumpida correspondencia, escribía-Roberto: «Como les decía en mi anterior, el principal me. ha aumentado e! sueldo y me ha dado participación en el negocio. Me considera . muchísimo.. . :.., -.7 «Celebro que Luisito esté para terminar su carrera de ingeniero. Déle usted, D.'Gui.líermo, muchos abrazos en mi nombre,, y "usted reciba' el testimonió dé mi infinita gratitud». - ' Y pasaron dos años más, cuando D. Guillermo recibió la carta siguiente: -- -: - «Queridísimo protector mío: Con todo mi corazón me asocio a su pena Lamento, en el' alma el incendio .de su fábrica y que la quiebra del Banco donde tenía usted depositados sus fondos le haya conducido a usted á lá mi-: seria. Pero no se apure usted, querido protector mío; no le faltará nada mientras yo viva y la suerte no me sea adversa. Por de pronto, giro a favor de usted mil pesos fuertes; ya tiene usted por ahora para remediarse. • • ■-• - Yo continúo viente en popa; Ja fortuna no se cansa de favorecerme con pasmosa prodigalidad. Si Luisito, tan aventajado ingeniero, quisiera venir o mí lado, no dudo que mi capital se triplicaría en breve tiempo. Déle usted permiso; que sé venga cuanto antes, y esté usted seguro de que a mi;Iado¿ al lado de este su hermano que le quiere con toda su alma, logrará en breve tiempo capital suficiente para rastablecer a usted en sil. antigua posición. Celebraría que se pusiera cuanto antes en camino. Y créame usted que en esta proposición que le hago, si hay en verdad muchísimo cariño, hay, también, alguna dosis de egoísmo. Vea usted si hablo con claridad». IV Y se deslizaron unos cuantos años, y los americanos Luis y Roberto vinieron a pasar una temporada en casa de D. Guillermo. Se decía que contaba cada uno con un buen capital, y que en breve se retirarían del negocio, inmensamente ricos, para acompañar a D. Guillermo en su tranquila vejez y saborear todos juntos los frutos del bien obrar. ■ Antonio de la Cussta y Sainz. ! LINEAS AMENAS . El galleguito ca i :■ '■■<■■■■■!■ ' ■ ' ' '(' : ■■<■■!. n.jU-\ Aquella madrugada había hecho un frío insufrible. Ni la manta, ni los caloríficos del vagón, ni mi clásica capa habían bastado para evitar que- mis pies estuviesen helados, y una desazón producida por el frío se apoderase de mi cuerpo. Al llegar á lá estación dé... en la línea de MandridaLa Coruña.-animado por loS'primeros rayos, ¡tenues, ¡rojizos, del sol de diciembre, bajé al andén. La estación estaba casi sola. El jefe envuejto en un gabán de alto cuello de pieles, dejaba ver sus ojos bajo la" charolada visera de su gorra. Debajo del brazo llevaba el rojo banderín, arrollado. :Qtro empleado corría de extremo, a extremo del. andén con talonarios y papeles. Dos mozos empujaban una carretilla cargada de caloríferos, y abrían y cerraban a golpes las puertas de los coches paa remudar los tubos de agua caliente... Me diri jí a la cantina. Una Jinda riiuchachita mirabaal tren en espera dé algún viajero que buscase medio de reponer sus fuerzas. . ■,, .- _> .. ' . — ¿Una de lo de la Siera .'..?— Iá dije. — ¿Nieve. . .? — respondió enseñando sus blanquísimos dientes en una burlona sonrisa. —Vamos, chiquilla, no sea usted guasona; Cazalla. r . —¿Parece que.:trae V. írío. ..? — i A ver...! ¿Y usted, madrugadora, no lo siente? —A veces sé perpi.-ya está una acostumbrada. . . . Empiné- el codo, decidido, y pregunté, paladeando^ los azucarados residuos de la Cazalla:— ¿Qué se debe? —Lo. que Usted quiera. —Tome usted estas calderillas...— y animado por la copula, añadí— ¡por! bonita!... . ., -.; i .... _. . ':. .. t. : Unos minutos más* y llegó Ja hora de dejar la cantina, . " — Caballero: — me dijo la cantinera— - no. me. ha pagado usted la copa. SY miró con curiosidad una camelia, que en éí ojal del abrigo, sufría la opresión de los pliegues de mi capa. .. — ¿Cómo...? r.-X'i —Sí, señor: Estos reales me Ios.ha dado V. por bonita... Quité del ojal la camelia, algo' ajada ya, para entregársela... No tuvo tiempo de darme las gracias... El tren iba a salir- - .. : Desde aquel día siempre que pasé por la estación de... hablé unos minutos con la cantinera. Llegué a saber que se llamaba Carmucha que había tenido un novio, ylque se sabía, al dedillo los días en que las vacaciones escolares empezaban y concluían... Nó le agradaba mucho al mozo aquel interés por estar en la ^cantina cuando pasaban los estudiantes, aquella simpatía que ingenuamente confesaba por. el galleguito de la camelia...'. ' En uñó de' mis últimos viajes no encontré a Carmucha en la cantiña. [ Está en Madrid, en un táller de la calle del Principé— me dijo- su : madre ~ Puede que se la encuentre usted -ahora... Y,: efectivamente, ún domingo'- me la encontré en el «Campo de Recreó» eorr otras-muchachitas... El organillero -estaba cambiando el disco... Habanera^. La chiquilla dejó a las amigas. No pudo contener una eselamación:— ¡el galleguito de la camelia! — Me miráronconeuTiosídad los demás; Ya de noche, la acompañé hasta -su casa... Allá por la calle del Ave María... Observé';que no le había resultado simpático en nuestra entrevista. Ni ella me pareció tan bonita-eomoen ■su cantina. - ■'■''•-'■ '■'■■■• : '•■'■; '■■ --• --:;; Después de aquel domingo nos éncoñiramos varios días. Péró, lo qué sé dice... - «¡adiós! por ¡adiós!»... A. del Valle. : Lugo; diciembre dé 1913. ? % íl Ja caza leí ioEi Éi-J .. ■ ;E1 museo dé-historia natural de South Kensigton, en Londres, es uno de los más completos del mundo. Sin embargo, advertíase en él una laguna-, que muchos hombres de esudio deploraban. El famoso museo no tiene ningún ejemplar de la raza de ' rinocerontes blancos. ' i Por eso ha salido una expedición- organizada expresamente para-una cacería en el interior del Sudán y de la Abisiñia. Ya es sabido que el rinoceronte blanco es uno dé los animales más raros que se encuentran en África. Los miembros dé la expedición, que durará por lo menos año y medio¿ son todos conocidos cazadores,- - :'