Baix o las lO Ooti-u.TDz?e cié 1QOQ 3sr-ia.m._ T Publicación quincenal.— Organo del grupo de cultura su se R I PCI ó N ES^^-i^-Su. . • . . Trimestre, ± Meseta. PAGO ANTICIPADO NÚMERO SUELTO 10 CÉNTIMOS La Correspondencia al Director No se devuelven los originales Redacción \? Administración: Canal, 27 SOBRE EL REPARTO DE CONSUMOS Muchas cuartillas tendrían que llenarse si quisiéramos ocuparnos con la debida extensión del reparto de consumos; bastará que á vuela pluma reseñemos lo más esencial por sí la Junta Municipal cree conveniente tomar nota de ello. " Su confección es una labor tan difícil para que llegue á ser justa, que raya en lo imposible. No hay reparto de consumos que sea tan solo equitativo; las razones, sabidas son de todos. No vamos á discutir lo que han hecho unos y otros, está pasado y de nada serviría reseñarlo; pero sí consideramos oportuno decir algo sobre lo que podria hacerse para que, sino bien hecho, resultase lo menos desastroso posible; para ello es indispensable que los señores que componen la Junta Municipal y por lo tanto encargados de su repartimiento, tengan muy en cuenta que antes de principiar la labor que les está encomendada, deben despojarse de toda clase de apasionamiento . y de miras particulares que degradan á los hombres, si de ellas están investidos, persuadiéndose de que tienen el sagrado deber de obrar con la mayor imparcialidad para que el reparto resulte lo más ajustado posible á la razón, no perdiendo de vista, que, por desgracia, abundan las familias que con su exiguo jornal apenas llegan á cubrir las necesidades de la vida, y eso suponien do que tengan trabajo todos los dias laborables, siendo ello una razón de mucho peso para aligerarles todo lo posible y hasta mejor excluirlas del pago de este impuesto, ya que bastante y demasiada carga constituye para ellos, la manera de buscarse la subsistencia. Otras de las clases sufridas son el comercio y !as pequeñas industrias; estos que ño tienen otra fuente de ingresos que sus manufacturas y escasas ventas, debe tenérseles muy en cuenta al señalarles la categoría en que han de figurar en el reparto y no olvidar que les es más difícil y mas penosa la vida, en las actuales circunstancias, que á otros que además de sus industrias y comercios cuentan con otros ingresos muy respetables que á la vez que les es garantía para la subsistencia les facilita la marcha del negocio pudiéndolo hacer con mayor holgura que los primeros. Entre otras razones, que no quiero reseñar en las presentes cuartillas, figuran las apuntadas como observación á la Junta Municipal, que no haría mal en tomar nota y tenerlas presente en el momento de confeccionar el reparto. Ahora solo me resta llamar la atención de las clases pudientes y decirles que no deben limitarse en consentir se les aumente de clase, sino que considero -jn deber el que expontáneamente soliciten dicho aumento y deben hacerlo por humanidad; convenciéndose de que sus bienes de fortuna les obligan á ello, como io han hecho en otras ocasiones, concejales, mas que generosos, justicieros, quienes, además, han hecho lo posible para que otros corapañeros les siguieran y que en verdad no pudieron conseguir. ¡Que lástima que á los hombres que tienen por suerte la legalidad y la justicta se les deje aislados- Este es el peor mal que se sufre; el que sa¬ be que puede y debe figurar en las primeras categorías apela al recurso de la reclamación sistemática tanto si en la confección del reparto se le ha aumentado como si se lè ha rebajado de categoría. En tanto las clases pudientes se. echen los trastos así! no iremos á parte alguna y por todos los medios posibles hay que evitar esas reclamaciones, lo cual sería fácil conseguir si cada cuál en conciencia se dijera: si pago diez y me sobra veinte, todavía pago menos que aquél á quien obligan á pagar dos y solo posee uno. Esta reflexión se la hace únicamente la clase menestral, como lo prueba el hecho de que la mayor parte de las reclamaciones que anualmente se presentan (buena parte sistemáticas) son promovidas por los propietarios. Pongámonos todos en razón y formen á la cabeza las clases acomodadas, ocupando los puestos que les corresponden, que demasiado contribuye el comercio, la industria y el pobre obrero. Si hemos de continuar el camino emprendido para la regeneración de nuestra villa, es preciso que los acaudalados vayan á la delantera convencidos de que quien debe pagar es el que posee bienes de fortuna y ño él que con su trabajo apenas puede vivir. Si así lo hacen tengan la seguridad que la clase menestral sabrá corresponder cómo es debido, de lo cual ha dado pruebas éri distintas ocasiones. ;Se hará el reparto equitativo como debe hacerse? ¿Reclamarán las clases acomodadas? No lo sabemos; pero como sea que nuestro Ayuntamiento está animado de los mejores propósitos párá encauzar las cosas por buen camino, fácil le será convencer á los péritos y no habrá de serle difícil persuadir á los contibuyentes de la necesidad que hay de pagar la correspondiente categoría y de abandonar el odioso sistema de reclamar. DOS CASOS DE CLARIVIDENCIA En los Aúnales des Sciejicies Psychiques se registra un caso de clarividencia estudiado por el célebre profesor William Jamer. La señorita Berta Huse, de Enfield (New Hampshire) salió de su casa á las seis de la mañana, el dia 3 1 de Octubre de 1898, y no volvió más. Fué vista por muchas personas cuando se dirigía hácia el puente Shaker y, en realidad, después fué encontrada bajo el mismo puente. Su familia habia hecho muchas investigaciones por los bosques y por las riberas del lago, pero inútilmente. Un buzo de Bostón, llamado Sullivan, trabajó en el lago durante dos dias sin ningún resultado. El 2 de Noviembre la seño ra Titus, de Lebanon (New Hampshire), po blación que está á cuatro millas y media de Enfield. mientras dormitaba después de la cena, se mostró agitada y asustada. Despertada por su marido, dijo que estaba en el momento de encontrar el cadáver de la jóven Berta. Durante la noche, durmiendo la Sra. Titus dijo que Berta estaba detenida en el centro del puente, precisamente en el punto donde sobresale una viga que se desliza desde una de las cabeceras bajo la armadura misma del puente. Agrega todavía que solo se puede ver uno de sus pies que sale del maderamen. El Sr. Titus refiere cuanto la señora había dicho durmiendo á varias personas de Sebanon, las cuales, se dirigieron al puente acompañadas de la señora Titus. Fué llamado el buzo Sullivan. el cual declaró que él ya habia buscado en aquel sitio-. Pero la Sra. Titus insistió, indicando el punto donde se devía ver el pié. Bajo el buzo, y después de uno ó dos minutos, se le vio reaparecer tra3rendo el cadáver de la jóven Berta. Dijo que no habia reparado en el punto indicado por la Sra. Titus, porque estaba cubierto de ramas y de yerbas-y no se podía percibir nada más que la galocha que sobresalía del maderamen. Se dice que la abuela de la Sra. Titus esta ba dotada de idéntica facultad, pero no resulta que la señora en cuestión haya pretendido ser clarividente. El dia después del descubrimientq del cadáver, la señora Titus cayó enferma. M. W. James publicó inmediatamente la atestiguación que el doctor Voennedy había recogido en la lócalidád' pocos chas después íié"su negada. Un nuevo y extraño caso de adivinación, no ya del pensamiento, sino, de los hechos ocurridos fuera del lugar en que opera el vidente, á gran distancia del sitio en donde aquel realiza sus experiencias, acaba de ofrecerse en Sing Sass, pintoresca aldea de Noruega. El adivino es un muchacho de catorce años, de aspecto y conformación naturales, de complexión normal, saludable y fuerte, llamado Johann Floetum. Unicamente los ojos del niño denotan ese algo especial que está llamando la atención de los hombres de ciencia de todas partes. Noticioso de las excepcionales facultades de este niño, Henry Letón Karr, distingido psicólogo y naturalista inglés, quiso convencerse por sí mismo de la verdad de cuanto de él se decía, y sé trasladó con tal fin á la aldea de Sing-Sass. M. Seton Karr ha publicado á su vuelta á Londres detalles verdaderamente interesantes de lo observado y visto por él respecto del niño adivinador. Entre las referencias de M. Seton Karr, encuéntrase la de un caso de adivinación emocionante, de un hecho desgraciado. La seriedad de la persona ilustre que autoriza el relato, asi como lo interesante del hecho nos mueve á recoger lo dicho por el doctor. He aquí la prueba realizada por el adivino en presencia del doctor inglés: Una linda niña de diez años habia desapa recido del pueblo, y llev aba una semana sin parecer; sus padres la habían buscado por los lugares que la niña tenía costumbre frecuentar: la policía había recorrido los alrededores, tratando de descubrir alguna huella. Todo fué inútil. La tierra parecía haberse tragado á Ana Jensen. Los padres, desolados, acudieron á Johann, suplicándole que ejercitara en bien suyo sus facultades de adivinación. El muchacho se presto gustoso a complacerles, y rodeado de una muchedumbre enorme, entre ¡a cual se en¬ contraban las autoridades y el propio SirHenry Johann. en medio de un silencio sepulcral, comenzó su experiencia. Al principio, pareció que su mirada se diI rigía allá lejos, hácia las montañas de Aalessund. Gradualmente sus ojos fueron ocultándose entre los párpados superiores hasta desaparecer por completo. De cuando en cuando se pasaba ligeramente la mano por la frente; de pronto sus lábios comenzaron á moverse. Un estremecimiento recorrió la muchedumbre, que permaneció muda, pendiente de las palabras que iba á escuchar. Johann, con voz lenta misteriosa, como el que habla entre sueños, pronunció estas palabras: «Veo á Ana atravesar una empalizada rota... se inclina para coger moras en una zarza... se aleja... más allá veo más zarzas cuajadas de moras, que Ana va recogiendo y guardando en una cesta... distraída mente ha llegado hasta el bosque... se detiene y mira asustada al rededor suyo.'/. Se ha extra viado; ella lo comprende así y llora... trata inútilmente de encontrar el camino que ha de conducir á su casa... por fin se decide á tomar pòr una senda... pero esa senda no conduce á su casa... sino á la cascada que cae sobre el rio... La veo llegar hasta el borde del agua... Asustada, trata de apartarse de aquel sitio; tropieza... se escurre en el musgo que cubre una piedra... cae... sí... cae al rio, revuelta entre las espumosas aguas de la cascada... Veo su- cuerpo entre unas piedras, en el fondo del rió.» Johann ha terminado su experiencia, pero recuerda perfectamente todo cuanto ha «visto», y todavía conmovido por la terrible visión, se presta á servir de guía hasta el lugar donde se encuentra el cadáver de la desventurada Ana Jesnen. Allí estaba, en efecto; la «clarividencia. ' de Johann permitió a los padres de la desdichada niña el triste consuelo de dar sepultura á su cuerpo. Excusado es decir si el niño adivino habrá recibido proposiciones para lucir sus facultades... por dinero. Johann se ha negado á convertir su extraña clarividencia en objeto de explotación. LA TEMPESTAD El cielo azul, plácido, sereno; el mar en calma; la naturaleza dormida. Un centinela avanzado, un verdadero espía, acude presuroso á despertar al hombre confiado, con estas terribles palabras: «¡La tempesj tad se acerca!» Este vigía es el barómetro. ;.\y de tí, si aturdido no le oyes ó si temerario nò le escuchas! El barómetro avisa y amenaza. Los avisos son ciertos; sus amenazas seguras. .. El mar comienza agitarse; algo intranquilo i bulle en su seno de esmeralda; " una legión de menudos copos de espuma cabrillea por la ondulante superficie: Iké primeras olas escupen ya á la playa. El cielo sigue transparente y limpio. Allá por encima del monte, una blanca nubecilla. redondita y cuajada, asoma temerosa su cabe za de encaje como quien, desconfiando, explora un horizonte desconocido. Lentamente se va elevando en el espacio.... La señal debe es-