REO DE ULTRAMAR 71 aquella causa al Tribunal supremo, é hizo que se anulara ]a sentencia. De aquí la jurisprudencia que rige en nuestros di as. M. Dupin se atuvo al valor civil, del que ha dado en su larga carrera numerosos ejemplos. » Nada absolutamente en cuanto á novedades teatrales, todo se vuelve grandes festivales en el palacio de la Industria y en el Campo de Marte. Para que nuestros lectores se formen una idea de esta multiplicidad de, grandes conciertos, vamos á poner á continuación el programa de las solemnidades de la semana. Lunes. — En el jardín reservado de la Exposición y en el teatro internacional del Campo de Marte, concursos divisionarios. Martes. — En el palacio de la Industria, concurso de los grandes premios de 5,000 francos, 3,600 francos, 2,000 francos, etc. j distribución de recompensas. Viérnes. — Llegada délas diferentes bandas de músicas militares de la Europa. Sábado. — Gran serenata dada al emperador y á la emperatriz en el jardín de Tullerías por todas las músicas extranjeras reunidas y con uniforme de gala. Domingo. — Concurso internacional de las. músicas militares en el palacio de la ludustria (gran premio de 5,000 francos). España, Austria, Rusia, Prusia, Paises Bajos, Baviera, Bélgica, Gran ducado de Baden y Francia tomarán parte en esta lucha, de la que no ha habido ejemplo hasta ahora. Mariano UTUIABIETA. Poesía. PARAFRASIS Á LA VIRGEN: Dios te salve, Reina hermosa. Fuente de santa pureza. Tesoro de la belleza. Madre misericordiosa. Dios te salve, á tí llamamos En nuestra triste querella; Pues en tí. Fúlgida Estrella, Toda esperanza ciframos. Desterrados de tu amor. Suspiramos de quebranto. Gemimos con duro llanto En el vallé del dolor. ;Oh, Señora celestial! ¡Abogada incomparable! Del pecador miserable Sé el purísimo Fanal. Que, en medio de tanto duelo, Nòs guie en la humana -vida Por esa senda florida Que es el camino del cielo. Vuelve á nosotros fus ojos De misericordia llenos, . Que límpidos y serenos Nunca demuestran enojos. Y después de la amargura De este destierro, veamos Al Dios á quien adoramos Coa fe inalterable y pura. A Jesús, fruto bendito Que abrigó tu casto seno, Y que el mundo admira lleno De un amor tierno é infinito. Clementísima María, Virgen piadosa, por nos. Oh, Santa Madre de Dios, Ruega y pide en este dia. Logremos por sumo bien, Perdonados nuestros males. Las promesas celestiales De Ntjgstro Señor. Amen. Remigio CAULA. Tictor Hugo. ( Véase el número 757. ) El 3 de mayo de 1820 la Academia de los juegos de Florencia celebraba la fiesta de las flores. El Siglo de luis XIV, oda por M. Dieulafoi, obtenia un amaranto de oro; concedíase una caléndula de piala á M. CU. de Saint-Maurice, y madama, Tastu alcanzaba él premio del soneto (una azucena de piala), y un amarantd de oro reservado se adjudicaba á la oda de V.-M. Hugo, titulada : Moisés en el Nüo. Víctor Hugo, ó Víctor María Hugo, como firmaba entonces, era ya maestro en juegos florales. Era la época de las odas realistas, tan diferentes de las poesías democráticas de estos últimos a'ños, y que no repudió Víctor Hugo al hacerse tribuno. ¿Y por qué lo había hecho? El hijo de la vendeana, sublevado ante el espectáculo de las jornadas supremas del Imperio, por la ejecución del pobre general La Horie, aquel antiguo amigo que le hacia saltar sobre sus rodillas, y por las atrocidades de la invasión, inevitables frutos de Jas guerras de conquista, se había inclinado al realismo, por odio á la tiranía, contando hallar la libertad en la legitimidad. Empero muy luego comprendió que se engañaba. En su tercera obra, al dar á luz el prefacio de Cromwell, sacudía el yugo de sus primeras ideas y marchaba francamente en la nueva vía, Recuerdo que en 1850 el Diario de los Debates, por la pluma de M. Cuvíllier-Fleary, echó en cara á Víctor Hugo, á quien consideraba entonces como « el principal orador del partido democrático,» que siempre había sido el mismo, en sus poesías y en su teatro. Bajo la forma de una reconvención, este es un gran elogio de Víctor Hugo. Efectivamente, en las obras del poeta anteriores á 1848, se podrían hallar en germen las ideas que animan á sus últimas novelas y poemas. ¿¡No son hermanas de Fan ti na, 'Lucrecia Borgia, Marión, laThísbé? El lacayo Ruy-Blas y el bufón Trihoulet ¿ no se dan la mano con el presidiario Valjean? El jorobado Cuasimodo que vive encerrado en su fealdad y con los ojos fijos en Esmeralda, á quien protege y salva ¿no es ya ese Gillíat tan humilde, sublime y torpe que se sacrifica pòr Deruchette ? El mismo sentimiento de indignación contra todas las fatalidades , la misma protesta contra la injusticia en favor del derecho, anima y vivífica estas obras, que sin embargo, son tan diferentes. Todas ellas son hijas de la misma idea, y en Claudio Gueux, que tiene 20 páginas, se ven ya los diez tomos de los Miserables. También en el teatro Víctor Hugo afirma el heroísmo y aboga por los que padecen, los débiles y por los menospreciadosí Quizás el gran poeta, rompiendo de repente, pual otro Sansón, las ligaduras que le oprimen, es ahí superior al dramaturgo; así se afirma, y sin embargo, yo no lo creo. Los Burgravés , esa sorprendente concepción, es una obra escénica absolutamente hablando;- Rm»/- Blas tiene en su intriga todo el a-rte del mejor melodrama, y no creo que haya en el teatro muchas obras tan interesantes como el 'acto de los retratos en Emani. El caso es que ahora juzgamos estas cosas de otros tiempos, porque se despiertan y se reanifhan, y así sucede que recordamos el viejo Barbaroja de la leyenda, que sacudiendo su cabellera suele salir, según dicen, de la gruta en donde dormita hace siglos, para demostrar á sus descendientes cuan pequeños son. ¿Puedo caracterizar vo aquí la obra entera de Victor Hugo? « — Es un mundo, decía Balzac ; no hablemos mas del asunto. » En estos volúmenes de poesías veo yo como vastas selvas impenetrables y rincones discretos cubiertos de sombra; torrentes fogosos y llenos' de espuma, y frescos arroyuelos que murmuran en las rosadas arenas ; árboles orgullosos y humilde yerba; rocas que sería imposible escalar y flores que pueden recogerse á puñados. Todo se anima ahí á su voz y todo canta. El arroyo responde á la violeta, el viento perora con los árboles, y la coccin'elle que pasa cae sobre la mano de Olimpio, que está soñando. Asi el himno del poeta tiene unas veces la suavidad virgi liana, otras el varonil acento de un Lucano, y en ese bosque sagrado, de una riqueza tropical y una gracia parisiense, se eleva el castillo de la Leyenda de los siglos j descuella el poema de las Orien-' tales. Luego Víctor Hugo ha cantado también los pequeños con üna voz que no se olvidará nunca; su musa es de las que dicen : Dejad venir á mi á los humildes y á los niños. Alfredo de Musset celebró el amor, el amor-pasion, y Víctor Hugo ha celebrado el amor deber. El primero amaba á la mujer por la mujer, y el segundo por la mujer y por el hijo. El uno adoró á la querida, el otro á la madre, ¡ios niños! En ninguna parte se ha celebrado mejor y acariciado mas á los niños, que en esos versos eternos, trazados con mano conmovida entre dos cunas. ¿Quién sabe sí ese viril poeta de la gloria no será eternamente el poeta de los niños? El niño es todo. Nada en este mundo está mas alto que su cabeza rubia. El es el porvenir y la e'speranza, sea cual fuere nuestra bondad ó nuestra grandeza de alma, el niño en su inocéncía vale mucho mas que nosotros. ¿Y qué es ese amor de que yo hablaba antes? Preguntad selo á los griegos que sabían personificarlo todo : — un niño. Pero de repente el poeta paternal se muestra iracundo y estalla en anatemas, no se queda ya rezagado con Virgilio, su maestro, á lo largo de los verdes senderos donde mugen los bueyes, sino que bien armado corre á la pelea á' buscar en lo mas recio del combate á su compañero Juvenal. Escuchad ahtfra el silbido de las correas, el chisporroteo del hierro encendido: es el grito de odio después del grito de amor, es el rugido después del beso. Mas luego, calmada la cólera, se apacigua, y dulcemente, como al través de las lágrimas, cania también los dolores del Sapo y- las miserias de los Pobres. .Eaime Taraignée et j'aime l'ortie Parce qn'on les hait..... El año pasado tuve yo la honra de ver por primera vez á Victor Hugo. Era en Bruselas, en la casa de la plaza de las Barricadas que habita su hijo Carlos. Víctor Hugo pasa allí el verano mas cerca de Francia, mas lejos del mar, ávido de las noticias de Pajís, del Paris que tanto ama, de este París que, según él dice, no retrocede. Victor Hugo es un hombre accesible, amable y simpático. El hermoso retrato que hemos dado en el número 157 página 44 le muestra tal cual es actualmente. Ojos pequeños, negros, chispeantes y profundos, llenos de llama, dos fragmentos do cara, un bigote que encanece sobre una barba ya blanca, el cabello largo y cano, un no sé qué de robusto y suave á la vez, de varonil y tierno: la frente, esa vasta y prodigiosa frente cargada de pensamientos, y los labios rebosando sonrisas. Y sobre todo esto, alegre y disfrutando de una salud envidiable. Nunca le ha abandonado el buen humor. Siempre y á despecho de todo y de todos, Victor Hugo se ha hecho fuerte contra la tormenta, diciendo también, no con el puño cerrado de Aquiles, sino con esa hermosa risa que levanta sus encarnadas megillas y descubre su esmaltada dentadura:. Saldré adelante á pesar de los dioses y de los hombres. Y esto consiste en que posee el carácter francés, esa risa clara y poderosa, que esotra Marsellesa de la Francia. ■ El genio es bondadoso. Hay en Víctor Hugo no sé qué de paternal y de fuerte. — ¿Quién es ese buen hombre que me mira? pregunta Napoleón al principio de los Miserables, cuando distingue al obispo Myriel. — Señor, dice M. Myriel, estáis mirando á un buen hombre y yo aun grande hombre : cada uno de nosotros puede sacar provecho. Pero se puede ála vez ser bueno y ser grande. Víctor Hugo está ahí para probarlo. ; Cuántos hombres, de los mas inferiores nos hablan sentenciosamente como desde lo alto de un pedestal! Victor Hugo desciende al nivel ordinario, pregunta, escucha, bromea; en donde otros discurrirían, él conversa: nada de solemne, no obstante la fama que le han hecho. Dichos oportunos, juicios profundos ó chistosas anécdotas, y de repente alguna manifestación de su poderoso genio. — Un libro curioso (aun me parece estarle oyendo esta burla), seria el Diccionario de las interrupciones. Es de considerar que los extractos de las sesiones de las Cámaras tienen una lengua propia, que merece ciertamente un léxico especial. Por ejemplo (y esto sucede en todas épocas y con toda clase de gobierno), la mayoría protesta y la minoría vocifera. Esta minoría se entrega frecuentemente á interrupciones inconvenientes, en tanto que por el contrario, la mayoría lanza siempre protestas enérgicas. Además, según el banco, que ocupan, los miembros de una asamblea tienen una fuerza notable, ó una singular debilidad en la voz, por lo que sucede que casi siempre se oye el discurso de los miembros de la mayoría, en tanto que la palabra de los oradores de la minoría se pierde á menudo en el tumulto ó no llega hasta los caprichosos oídos de los taquígrafos. Cuando un diputado pronunqia algunas palabras en medio del ruido, se puede estar seguro que no pertenece á la fracción dominante, sino á la fracción dominada, etc. i Y luego tantos recuerdos evocados de 1830 y de 1848, las noches de luchas románticas, los días de deberes parlamentarios ! Todo esto dicho con finura y elocuencia, con una voz persuasiva, un poco aguda é irónica, y á mayor abundamiento un magnetismo simpático. Resumo sinceramente mi impresión en estas pocas palabras: después de haber leído á Víctor Hugo,, se le admira; y se le tiene cariño después de haberle visto. J. C. lia máquina del J'Wedlrmcl EN LA EXPOSICION UNIVERSAL. Los visitantes de la Exposición universal observan atentamente la máquina montada en el cobertizo de la exhibición de la marina imperial, que funciona diariamente. Esta máquina es déla fuerza normal de 950 caballos-vapor; pero á su mayor potencia es susceptible de desarrollar sobre los émbolos motores 3,800 caballos-vapor. Hállase provista de tres cilindros, cuyo diámetro interior de cada uno es de 2n',í0 ; la carrera de los émbolos es de im,30. La máquina debe tener 8 cuerpos de calderas de 4 fogones cada una, ó sean 32 fogones. En la Exposición solo han montado 4 cuerpos de calderas, de modo que no hay mas que 10 fogones: ordinariamente solo encienden 4. El hélice es de bronce, con un diámetro de 6m,10 y un peso de 9 á 10.000 kilogramos. Tiene 4 alas reguladas sobre un paso de 8m,10. Marchando con todos los fuegos encendidos, debe dar al buque una velocidad de catorce nudos cuando menos. Esta máquina está destinada al buque acorazado el Friedland, que se construye en Loríent, L. C